Conoce los retos de administrar un refugio biodiverso
Vista de la ensenada Lagartos, situada en el humedal Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic (RVSBP). Foto: Fundación Defensores de la Naturaleza
Por Lucy Calderón
Incluido en el Convenio sobre los Humedales de Importancia Internacional (Convención RAMSAR), el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic (RVSBP) es un sitio protegido de 20,760 hectáreas (207.6 km2), situado en Izabal, Guatemala.
Mapa de ubicación de la RVSBP
Mapa de zonificación del RVSBP
La vida silvestre en el humedal es abundante, con significativo número de especies de aves y poblaciones de mamíferos, reptiles, anfibios y peces. Además, en esta reserva se reporta la mayor cantidad de manatíes, de monos aulladores y de nutrias para Guatemala, indica en su página electrónica, la Fundación Defensores de la Naturaleza, organización que lo coadministra desde 1996.
Patos coche -también conocidos como malaches o cormoranes (Phalacrocorax brasilianus)-, descansan en la barra del río Oscuro, situado en el humedal RVSBP. Foto: Nery Jurado/Fundación Defensores de la Naturaleza
Asimismo, unas 5,500 personas del grupo étnico maya Q’eqchi’ de ocho comunidades que viven en el área de influencia del RSVBP, consiguen beneficios directos, obtenidos gracias a la calidad del ambiente donde viven, el agua, los productos de la pesca y las tierras fértiles que les proporcionan leña y materias primas.
Un niño, de la comunidad de Bocancha, muestra un pez conocido como machaca (Brycon guatemalensis) el cual atrapó en el río Zuncal. Foto: Luis Barrientos/Fundación Defensores de la Naturaleza
Por si fuera poco, este humedal reduce significativamente, desde el río Dulce al mar Caribe -incluyendo el lago de Izabal y el Arrecife Mesoamericano-, los impactos de actividades humanas tales como: contaminación por residuos líquidos y sólidos, ganadería, minería y agricultura a gran escala y de pequeños poseedores de tierras.
Rodal de zapotón (Pachira acuatica) crece en el río Zuncal. Foto: Fundación Defensores de la Naturaleza
Ante su dimensión, retos y áreas de oportunidad, manejar un sitio como este, no es fácil. Se requiere capital humano y financiero. Por eso, con el objetivo de obtener fondos para actualizar tres instrumentos de planificación esenciales para su coadministración, la Fundación Defensores de La Naturaleza participó en la décima convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (Fondo SAM) y resultó ganador.
“Fortalecimiento de la planificación estratégica y de la gestión financiera del área protegida Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic” es el nombre del proyecto con el cual la citada fundación recibió apoyo del Fondo SAM y actualizó la ficha RAMSAR, el Plan Maestro y el Plan Financiero del RVSBP.
De acuerdo con la bióloga Heidy García de la Vega, quien fue directora de este refugio por 15 años, la importancia de actualizar la ficha RAMSAR radica en tener datos recientes de la biodiversidad del lugar, que permitan seguir demostrando su valor natural y en consecuencia incrementar la posibilidad de conseguir el apoyo humano y económico necesario para su conservación.
“Guatemala es uno de los países signatarios de la Convención RAMSAR, un reconocimiento de que nuestro territorio tiene un valor más allá de lo local y cumple una función ecológica, biológica y social que trasciende fronteras. Por ejemplo, el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic es un área de descanso y anidación para aves migratorias, por lo que, si este desapareciera, se afectaría la conservación de las especies que lo visitan -es decir-, la repercusión no sería solo a nivel nacional sino global”, indica Heidy.
Cormoranes que alzan el vuelo en el río Oscuro de la RVSBP. Foto: Nery Jurado/Defensores de la Naturaleza
Proteger este sitio también es vital para preservar los manatíes que habitan Guatemala y Honduras y para que pueda seguir cumpliendo -aunque no es el fin último- con la filtración de los contaminantes líquidos y la retención de los desechos sólidos causados por las actividades humanas antes descritas. Si todos esos residuos líquidos y sólidos llegaran en su totalidad al mar Caribe, impactarían de manera inminente al Sistema Arrecifal Mesoamericano, explica la bióloga.
De ahí que, con el apoyo financiero del Fondo SAM, se actualizaron los listados de las aves y mamíferos que viven en el refugio (información clave para la ficha RAMSAR y el plan maestro) y se hicieron diagnósticos rápidos de 16 comunidades para conocer cuándo fueron constituidas, su demografía, sus actividades productivas y su historia.
Pájaro de siete colores (Passerina ciris). Foto: Nery Jurado/Fundación Defensores de la Naturaleza
Reinita alidorada (Vermivora chrysoptera). Foto: Nery Jurado/Defensores de la Naturaleza
También se actualizó un inventario de los anfibios y reptiles que habitan el lugar y se generó una base de datos unificada, con información social, biológica y ecológica, la cual está disponible para quien quiera consultarla en la institución. La ficha RAMSAR actualizada ya se entregó al Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP), entidad responsable de enviarla a la Convención RAMSAR, comenta Heidy.
Trabajar en la dirección correcta
“El Plan Maestro es el instrumento de planificación técnica y financiera que rige al área protegida. Es la guía en la que los usuarios pueden encontrar y conocer qué tipo de actividades están permitidas. También sirve a los administradores para identificar las amenazas del sitio, los elementos de conservación a los cuales deben dirigir los esfuerzos y lo mejor es que en nuestro caso es una planificación participativa”, asegura Heidy.
“La Fundación Defensores de la Naturaleza no redacta este plan a su antojo y conveniencia, hay todo un proceso metodológico establecido que permite a las comunidades y a quienes trabajan en el territorio, brindar su opinión. Esto a su vez, hace que las actividades autorizadas sean más acertadas y que en determinado momento puedan ser apoyadas y acuerpadas por todos los involucrados, tanto a nivel comunitario como institucional”, añade.
¿Cuántos fondos se necesitan para administrar un área protegida?
Árboles denominados “pioneros”: Sauce (Salix humboldtiana) y Pitos (Erythrina glauca) crecen a orillas del río Polochic. Foto: Fundación Defensores de la Naturaleza
Según explica Heidy, para administrar y conservar un sitio natural protegido como el RSVBP se requieren aproximadamente Q1.2 millones al año.
Por eso es importante tener un plan financiero. Este instrumento posibilita identificar las fuentes de recursos -las cuales pueden ser públicas, privadas, municipales e internacionales- para obtenerlos.
La Fundación Defensores de la Naturaleza utilizó la herramienta MARFin para obtener un análisis de la recaudación necesaria y/o del presupuesto disponible para el RVSBP en los últimos cinco años. Se determinó que para un escenario ideal la organización debería recaudar Q2 millones por año para el área; Q1.8 para un escenario regular, y Q1.6 para uno pesimista.
Sin embargo, debido a que cuando hicieron este análisis no había pandemia, Heidy considera que la situación que afrontarán será difícil y tendrán que modificar algunas de las estrategias que tenían planificadas.
“Tenemos que ser creativos para identificar las estrategias verdes de conservación a ejecutar y que podrían atraer la atención de los donantes. También debemos ser habilidosos para efectuar nuevas propuestas de desarrollo comunitario vinculadas a la temática ambiental y que contribuyan a satisfacer las nuevas necesidades que la pandemia haya desencadenado”, dice la profesional.
¿Cuáles son los desafíos que sacó a luz la pandemia?
Según Heidy, la pandemia hizo más sensible la pobreza y visibles los problemas y carencias que ya existían. “Con la pérdida de empleos es muy probable que las personas vuelvan a subsistir haciendo uso de la naturaleza y si sus prácticas no estaban basadas en la sostenibilidad, volverán a la tala y pesca ilegal, o a querer abarcar más áreas de bosque para cultivar. Al agudizarse las necesidades básicas de trabajo, salud, alimento y educación, el reto estará en apoyar a las comunidades para que cambien los patrones de comportamiento que afecten la biodiversidad”.
Luis Gonzalo Barrientos Rey, ingeniero ambiental y actual director del Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic, añade que muchas personas de las comunidades asentadas en el área de influencia del sitio están regresando a ellas, porque no hay trabajo.
No obstante, dice Luis, existe la oportunidad de comenzar a trabajar con ellos los conceptos de adaptación y resiliencia. “Estuve conversando con líderes comunitarios del municipio de El Estor y les hablé de no solo pedir o ejecutar obras grises, sino proyectos productivos que involucren a mujeres y jóvenes, porque las nuevas generaciones están demandando espacio físico para construir sus casas o para trabajar. Entonces hay que perfilar actividades sostenibles que eviten el uso indiscriminado de los servicios ambientales que ofrece la biodiversidad del refugio y también empezar a promover el tema de la gestión de riesgos”.
Algo positivo de esa reunión con el consejo municipal, comenta Luis, es la sorprendente respuesta de los Consejos Comunitarios de Desarrollo, cuyos líderes se mostraron anuentes a participar en pro de la conservación y el bienestar común.
¿A qué elementos de conservación del RVSBP deben dirigirse las tareas de protección?
El RVSPB enfrenta muy altas amenazas tales como la agroindustria, el aumento demográfico y la deforestación. Sus amenazas altas son las descargas residuales, los incendios forestales, la minería, las ocupaciones de terrenos y la sobrepesca. Y otros desafíos los constituyen la ganadería (amenaza media), la cacería y la expansión de especies exóticas invasoras (amenazas bajas), explica Heidy.
Por lo tanto, añade la bióloga, el esfuerzo deberá ser enfocado a los corredores biológicos, a los bosques, a los cuerpos de agua, a las especies emblemáticas de animales como los manatíes, monos aulladores, lagartos y tortugas. Asimismo, a incentivar el desarrollo de medios de vida sostenibles que permitan hacer uso racional de las especies de plantas que crecen en el lugar y que brindan leña, seguridad alimentaria y nutricional, así como ingresos económicos a las comunidades.