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Blog

En el Caribe mexicano se está a un paso de emitir bonos de carbono azul

MAR FundMéxico, Noticias SAM, Victorias9 agosto, 20217
Manglares en la zona costera de Holbox. Foto: Rosalía Andrade

Por Lucy Calderón

Debido a las presiones por deforestación, degradación y cambio de uso de suelo a las que son sometidos los manglares del Caribe mexicano, el Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés) apoyó iniciativas encaminadas a la medición del carbono azul que almacenan; el valor que las comunidades otorgan a los servicios ecosistémicos que proveen; y a la certificación de acciones de restauración, conservación y manejo para obtener bonos de carbono azul, a través del proyecto denominado Taab Ché. Los bonos de carbono azul son instrumentos económicos y de mercado creados para reducir las emisiones de dióxido de carbono (C02) al medio ambiente.

Todo empezó en 2017, cuando a través del Programa de Pequeñas Donaciones, MAR Fund le otorgó fondos al Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), para estimar la línea base del carbono azul que almacenan los manglares y pastos marinos en el Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam (APFFYB) con el proyecto “Mitigación al cambio climático y protección de sumideros de carbono azul en Yum Balam: fase de análisis”.

Con los resultados obtenidos del citado proyecto, en 2018, la Asociación Civil Casa Wayúu y el Programa Mexicano del Carbono (PMC) decidieron implementar fases complementarias y recibieron financiamiento para administrar y facilitar la ejecución de otros dos: “Mitigación al cambio climático y protección de sumideros de carbono azul: fase de valoración”; y “Mitigación al cambio climático y protección de sumideros de carbono azul: fase de certificación”, respectivamente. Ambos fueron implementados por la bióloga y maestra en agroforestería tropical Rosalía Andrade Medina y la oceanóloga Elisa López García, miembros de la Asociación Civil Resiliencia Azul y cuya fundación fue uno de los productos generados.

El trabajo científico relacionado con los tres proyectos mencionados estuvo a cargo del Dr. Jorge Herrera Silveira, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) Unidad Mérida.

Para conocer acerca de las fases de valoración y certificación del carbono azul que apoyaron los dos últimos, conversamos con Rosalía y Elisa.

¿Qué es y dónde se almacena el carbono azul?

El carbono azul es el carbono capturado y almacenado por los ecosistemas marino costeros, sobre todo en manglares, marismas y pastos marinos, indica Rosalía.

En el caso de los manglares, estos almacenan el carbono en ramas, troncos y hojas (biomasa aérea), así como en raíces (biomasa subterránea), en el suelo y detritos o masa sólida en descomposición que pueda estar formada por madera, hojas o residuos orgánicos que se acumulan cerca de ellos.

La variabilidad de la cantidad de carbono que puede capturar un área de manglar depende de dónde esté ubicada, de las especies de mangle que ahí crezcan y su distribución. También incide la cercanía a ríos o cuerpos de agua que llevan lodos y materia orgánica de otros lugares. En cualquiera de los casos, los manglares presentan una alta capacidad de secuestro y acumulación de carbono:  son capaces de eliminar carbono eficientemente de la atmósfera, entre tres y cinco veces más rápido que los bosques tropicales y lo acumulan en el suelo por miles de años.

¿Por qué generar bonos de carbono azul?

El mercado voluntario de carbono -en este caso azul- es un mecanismo internacional de compra-venta de bonos o certificados de carbono, cuyo fin es la mitigación al cambio climático, es decir, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Se trata de uno de los mecanismos propuestos por el Protocolo de Kioto para la lucha contra el calentamiento global, indica la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Los bonos de carbono azul, además de ayudar a compensar los GEI, son una forma de incentivar la restauración, conservación y uso sustentable del ecosistema manglar, explica Rosalía. Sin embargo, la certeza necesaria para certificar un proyecto de carbono azul ante un estándar internacional, precisa de extensos análisis y de un minucioso diseño. Gracias a los fondos de MAR Fund, Rosalía y Elisa lograron crear una ruta crítica para el registro del proyecto de carbono azul Taab Ché, basado en los manglares de dos sitios piloto en las áreas naturales protegidas de Isla Cozumel y del APFF Yum Balam, en Quintana Roo, México. Ambas de gran interés por su extensión y por las ya mencionadas presiones que enfrentan.

Antes de pasar a la fase de certificación, ¿cómo se hicieron las fases de medición y valoración?

En 2017, el Laboratorio de Productividad Primaria del CINVESTAV, liderado por el Dr. Herrera Silveira, en conjunto con el CEMDA cuantificó el carbono azul de los manglares y pastos marinos del APFF Yum Balam.  En 2018, el CINVESTAV en conjunto con Casa Wayuú y el PMC realizaron las estimaciones de las líneas base de carbono de los manglares de Cozumel y complementaron la información recolectada en 2017 para el APFF Yum Balam.

Sucesivamente, la fase de valoración socio-ecosistémica consistió en conocer qué significa o representa, para los habitantes de las comunidades costeras, la presencia o ausencia de manglares en la zona donde viven. El conocimiento de ese valor lo obtuvimos a través de entrevistas específicas dirigidas a personas de distintos sectores: pobladores (ejidatarios con o sin derechos agrarios), hoteleros, operadores turísticos y pescadores, explica Rosalía.

Asimismo, hacer las entrevistas nos permitió viajar a los sitios piloto de estudio y confirmar cuáles de los servicios ecosistémicos que ofrecen los manglares son los más valorados por las personas de las comunidades, añade Elisa.

“Al visitar esos lugares nos dimos cuenta de que el carbono azul no es un tema que la población que vive cerca del manglar conozca. Esto es importante saberlo, porque si llegamos vendiendo carbono o promoviendo un proyecto de carbono, sin que la población conozca de los beneficios del mismo, el proyecto no va a tener el impacto deseado. Pero si les hablamos de la disminución de la pesca o el aumento de las inundaciones, la relación con la pérdida de los manglares es clara para ellos, la han visto; les resulta más fácil conectar con la protección que reciben de los manglares durante situaciones climáticas extremas, que escuchar hablar de carbono”, señala Elisa.

“Hemos sido muy cuidadosas con las expectativas que el mercado de carbono azul genera. Y aunque como incentivo económico quizás les interesaría a los dueños de las tierras que tienen manglar saber en qué consisten los certificados de carbono, preferimos vincular a las comunidades en general a través de los beneficios que aporta mantener los manglares sanos. En síntesis, Taab Ché intenta sentar las bases de sensibilización sobre la importancia de proteger y restaurar este ecosistema; y de lo que puede significar su pérdida, para a partir de ahí, generar la propuesta de los bonos”, dice Elisa.

¿Cuál es el paso siguiente a la obtención de los datos de valoración?

Realizamos el análisis de cuatro estándares de certificación del carbono para conocer su aplicabilidad a las características de los dos sitios piloto que queríamos intervenir. Luego de hacerlo, seleccionamos el estándar de la Fundación Plan Vivo con sede en Edimburgo. Esta fundación es un agente externo que garantiza que el proyecto de carbono azul tiene tanto carbono como dice tener (beneficios climáticos), lo avala y le permite seguir adelante para comercializarlo en el mercado voluntario de carbono, explica Elisa.

Cada estándar tiene distintas metodologías o protocolos; el de Plan Vivo se basa en un tipo de ordenamiento de la tierra en el que cada propietario, ya sea común, privado o parcelado, tiene un diseño de las áreas que formarán parte del proyecto garantizando por un período de 20 años la permanencia y durabilidad del carbono en el territorio y diseña participativamente un esquema específico de distribución de beneficios, estos son los “planes vivos”, añade Elisa.

Los acuerdos del estándar se plasman en un contrato que asegura que quien otorga los derechos del carbono (el propietario de la tierra) restaure, conserve y maneje sustentablemente el área que someterá al acuerdo. Además, debe asegurar que realizará acciones de monitoreo y vigilancia para evitar la degradación o deforestación de los manglares y en consecuencia que el carbono capturado por estos se libere a la atmósfera, indica Elisa.

También comenta Elisa que el estándar Plan Vivo se originó a partir del primer proyecto de carbono a nivel mundial, que es mexicano. Asimismo, el primer proyecto de carbono azul certificado en el mundo, que está en Kenia, lo certificó Plan Vivo. Entre los estándares disponibles, Plan Vivo fue seleccionado por ser, en el momento en que tomamos la decisión, el estándar que más se ajustaba a las necesidades de Taab Ché; y seguimos confiando en que se adecúa perfectamente a las características socio-económicas y de tenencia de la tierra particulares del Caribe mexicano, además de su enfoque de paisaje.

¿Por qué a una comunidad habría de interesarle incluir sus manglares a la certificación de carbono?

Dañar un manglar es un delito federal en México. Sin embargo, las presiones por desarrollar la línea costera en Quintana Roo son muy altas, al igual que el rezago socioeconómico. Por ello, los propietarios originales se ven en una difícil decisión si quieren rentabilizar sus tierras: o bien incurrir en la ilegalidad y desarrollar sobre el manglar, o venderlo y que otros paguen la multa. El proyecto de carbono azul les brinda una tercera opción: incluir su terreno y recibir beneficios por mantenerlo en buenas condiciones por los próximos 20 años. Y, a pesar de que estos beneficios difícilmente pueden competir con el precio del terreno, sí suponen un incentivo económico directo y constante a lo largo del tiempo. Es aquí donde los Planes Vivos pueden generar interés en las comunidades, porque si ellos valoran sus medios de vida, con seguridad querrán seguir disfrutándolos en los próximos 20 años. “La idea es reinvertir parte de los beneficios derivados de la venta del carbono en proyectos que apoyen la sustentabilidad de los medios de vida locales (pesca, turismo, protección costera) y hacer que su trabajo perdure en el tiempo”, indica Elisa.

¿Cómo se distribuye el pago por la venta de un bono de carbono azul?

Por cada tonelada de carbono equivalente que el proyecto registra se genera un bono o certificado de carbono, pero la forma en que se distribuirán los beneficios económicos derivados de la venta es una decisión que se toma de forma participativa en la comunidad. Nosotras como representantes de Resiliencia Azul, A.C., nos limitamos a proponerles una distribución oportuna dentro de Taab ché, explica Elisa.

Según el mecanismo financiero diseñado para el proyecto Taab Ché, los derechos del carbono se le otorgan a Resiliencia Azul, que coordina el proyecto. Cuando se vende un bono, del pago que se recibe por este y que es asignado por el mercado, un porcentaje se entrega directamente a la comunidad y otro se distribuye entre gastos de operación, mercadeo, acciones de restauración, monitoreo y vigilancia, añade Rosalía.

No obstante, en este segundo caso, una parte del ingreso regresa directamente o indirectamente a la comunidad, porque la idea es contratar a sus integrantes para que efectúen, por ejemplo, las acciones de restauración dirigidas por los socios científicos (CINVESTAV), así como las de monitoreo y vigilancia, indica Elisa.

Finalmente, el objetivo es que, después de 20 años, cuando ya se pueda entrar a otro período de registro, la comunidad sea gestora de su territorio, porque las personas habrán internalizado que la conservación y restauración de los manglares es vital para su sustento.

¿Qué les hace falta para colocar los bonos en el mercado voluntario?

Entre los pasos a seguir, para que el proyecto Taab Ché florezca, se necesita de financiamiento adicional para concretar los acuerdos de participación con propietarios de la tierra. Con esto, se podrá completar el Documento de Diseño del Proyecto y enviarlo al Estándar Plan Vivo para su revisión, evaluación y validación para subsecuentemente registrarlos en la plataforma ambiental Markit. Seguimos en proceso de búsqueda y gestión de fondos, estamos muy cerca de la certificación y por tanto de que Taab Ché sea una realidad, puntualiza Rosalía.

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MAR FundNoticias SAM30 julio, 20211

Excerpts are optional hand-crafted summaries of your content that can be used in your theme. In principio creavit Deus caelum et terram. Propterea sicut per unum hominem in hunc mundum peccatum intravit et per peccatum mors et ita in omnes homines mors pertransiit in quo omnes peccaverunt. Iustificati igitur ex fide pacem habeamus ad Deum per Dominum nostrum Iesum Christum. Omnes enim peccaverunt et egent gloriam Dei.

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Fortalecen estrategias y operaciones de vigilancia en los arrecifes de Cozumel

MAR FundMéxico, Noticias SAM, Victorias16 junio, 20215
Embarcación en curso por el Parque Nacional Arrecifes de Cozumel (PNAC). Foto: CONANP

Por Lucy Calderón

La rica diversidad de flora y fauna marina que lo habitan, así como la belleza escénica que ofrece el Parque Nacional Arrecifes de Cozumel (PNAC) -situado en el municipio de Cozumel, del Estado de Quintana Roo, México- atrae la visita diaria de miles de turistas a sus aguas.

Asimismo, en la zona de usos múltiples, las cooperativas de pescadores autorizadas efectúan sus faenas para obtener la pesca del día. Pero, a veces por desconocimiento y otras por el afán de obtener ganancias, muchas otras personas ingresan sin autorización al parque y cometen actos ilícitos.

Para contribuir a paliar la situación, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), entidad a cargo del manejo del PNAC, participó en la décima convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés) y obtuvo los recursos financieros para ejecutar el proyecto: “Fortalecimiento de las estrategias y operaciones de vigilancia en el Parque Nacional Marino Arrecifes de Cozumel”. Este se ejecutó de 2018 a 2019 y se enfocó en mejorar las capacidades en materia legal ambiental, tanto del personal de la CONANP, como de los integrantes de un grupo de vigilantes comunitarios que se formó al mismo tiempo.

Para ejecutar los fondos recibidos y empezar las capacitaciones, la CONANP se alió con la Fundación Comunitaria Cozumel, la cual tiene 29 años de trayectoria en impulsar proyectos en beneficio de los cozumeleños, según explica su director Octavio Rivero. “En este caso, nuestro papel consistió en verificar que las actividades planeadas se llevaran a cabo conforme fueron presentadas y aprobadas por MAR Fund. Y de igual manera, supervisamos que los recursos se usaran correctamente”, añadió Rivero.

¿De qué ilícitos hablamos?

De acuerdo con la bióloga Blanca Quiroga, de la CONANP, las principales actividades económicas en el PNAC son el turismo y la pesca, pero en ambas se presentan situaciones que requieren la acción coordinada de representantes de distintas organizaciones para frenar irregularidades.

Por ejemplo, las embarcaciones que pueden ingresar en el parque con turistas a bordo deben contar con una autorización que extiende la CONANP. Esto ayuda a que la entidad pueda tener un control y no se sobrepase la cantidad de barcos (244) y visitantes (2,500) permitidos en un día dentro del área natural protegida.

Sin embargo, Quiroga comenta que hay operadores turísticos y dueños de embarcaciones -tanto de Cozumel como provenientes de otros puertos de Quintana Roo- que sin el permiso correspondiente ingresan al PNAC y no solo sobrepasan la capacidad de carga del sitio, sino que al desconocer su fragilidad y las reglas que lo rigen, efectúan prácticas nocivas como lo son manipular y extraer especies marinas de su hábitat, darle de comer a los animales y, en ocasiones, hasta rompen los corales.

En cuanto a los pescadores independientes, hay quienes además de no tener su licencia para pescar, pescan en zonas prohibidas, con equipo no permitido o ilegal, incumplen períodos de veda y sacan de sus zonas de vida a especies en peligro de extinción. Por lo general, la pesca ilícita se produce por las noches y la entrada de embarcaciones no autorizadas, por las mañanas y tardes, añade Quiroga.

Actuar en cumplimiento de la ley

Aunque en el PNAC cualquiera que detecte un ilícito puede detener a quien lo esté cometiendo, Quiroga señala que no es una tarea fácil, porque no se sabe a qué se puede uno enfrentar. “Es importante contar con habilidades y conocimiento de cómo actuar en conjunto con las autoridades correspondientes”, añade la profesional.

Debido a que el área de experiencia de la CONANP es más que todo en el área biológica y ecológica, así como en los recorridos de vigilancia -con el apoyo recibido de MAR Fund- el proyecto organizó talleres de capacitación en materia legal, los cuales les impartieron abogados del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA) y de la Procuraduría Federal Protección del Ambiente (PROFEPA).

Curso sobre tema legal-ambiental que impartió un profesional del CEMDA. Foto: CONANP

También contrataron, para una consultoría de seis meses, al abogado Raziel Villegas, de la Alianza Kanan Kay (iniciativa de colaboración intersectorial para el manejo pesquero sustentable y la conservación marina de la Península de Yucatán), quien los apoyó en la implementación de operativos de vigilancia eficientes, en el conocimiento del proceso correcto para hacer las denuncias de ilícitos ante las instancias correspondientes y les ofreció retroalimentación sobre la forma en que, hasta esa fecha, realizaban sus reportes y denuncias. En la actualidad, la Alianza Kanan Kay, con apoyo de Raziel y Transformación Arte y Educación (TAE), continúan su labor en otras áreas, apoyando a la CONANP y a los pescadores en este tema.

Según explica Quiroga, era importante para el personal de la CONANP conocer los procedimientos de seguridad y de derechos humanos que deben tener presentes al participar, junto con la marina y guardia nacional, en los recorridos de vigilancia y al momento de hacer alguna detención. En el período en que se efectuó el proyecto en dicha entidad, Quiroga relata que en la oficina de la CONANP en Cozumel eran 13 personas, pero por recortes de personal, solo hay 10, entre oficiales que realizan trabajo de campo y administrativos.

El abogado Raziel Villegas imparte un curso a personal de la CONANP. Foto: CONANP

En el grupo comunitario comenzaron cinco personas (entre guías de buceo, operadores turísticos, estudiantes y voluntarios) y con el tiempo se sumaron otras tres. Ellas continúan fortaleciéndose y han sido capacitadas por la Procuraduría Federal de Protección del Ambiente (PROFEPA) para hacer más formal su trabajo, cuenta Quiroga.

Además, reciben subsidios de la CONANP para seguir adquiriendo conocimientos y habilidades en su área de acción y tuvieron un intercambio de experiencias con un grupo de vigilancia comunitaria de Sian Ka’an que ya tenía tres años de estar formado.

Quiroga relata que, a los participantes, su involucramiento en este grupo de vigilancia les cambia mucho su ideología sobre los procedimientos legales para aplicar la ley, ya que ahora comprenden mejor la actuación de las autoridades.

El citado grupo tiene reuniones periódicas para coordinar y planificar su trabajo en conjunto con la CONANP. Patrullan el parque continuamente, realizan dos monitoreos biológicos al año y en la actualidad planean monitorear adicionalmente algunos recursos pesqueros como el caracol rosado y la langosta, comenta Quiroga.

De tal manera que la conformación de este grupo de vigilantes y las capacitaciones recibidas son los productos más relevantes que se lograron gracias al apoyo de MAR Fund, finalizó Quiroga.

 

Capacitan a entrenadores de brigadas de respuesta postormenta en México

MAR FundMéxico, Noticias SAM, Victorias14 junio, 20210

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Comunidades del caribe de Guatemala participan en la conservación y restauración de manglares

MAR FundGuatemala, Noticias SAM, Victorias24 mayo, 20215
Pescadores de Barra Sarstún, en el municipio de Lívingston, departamento de Izabal siembran mangle en el área en la que desean mantener su cobertura. Foto: EcoLogic

Por Lucy Calderón

“Los manglares son importantes, porque entre sus raíces crecen los róbalos, camarones y jaibas que consumimos. También nos dan frescura”, dice Ada Tróchez, mientras se protege del intenso calor, debajo de las ramas de un mangle rojo que crece en la comunidad de San Juan, en el municipio de Lívingston, del departamento de Izabal, Guatemala.

“Estos árboles también ofrecen protección contra tormentas y son refugio de los peces y el camaroncillo que luego capturamos para el consumo familiar o la venta”, comenta Humberto Cino Saquil, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo, de la citada comunidad, quien al preguntarle, qué le gustó más del taller en el que participó -en el cual abordaron la importancia del bosque manglar, responde sonriente: “conocer la cantidad de especies de mangle que hay en el país. Seis para ser exactos”.

 

Humberto Cino Saquil, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo de la comunidad de San Juan, en el municipio de Livingston, departamento de Izabal. Foto: EcoLogic

La señora Ada Tróchez es una lideresa en su comunidad. Foto: EcoLogic

 

La participación y liderazgo comunitario en estrategias de conservación y restauración de ecosistemas es crucial para que estas sean exitosas. Por eso, en el Área de Uso Múltiple Río Sarstún (AUMRS) -área protegida en Guatemala según Decreto 12-2005 y humedal de importancia mundial en el caribe guatemalteco-, las comunidades San Juan y Barra Sarstún están involucradas en la protección de los manglares de esa región del Arrecife Mesoamericano.

“El trabajo de los habitantes de dichas comunidades en la reducción de las principales amenazas que enfrentan estos bosques costeros (tala y quema), contribuirá a que sigan disfrutando de los beneficios y servicios que les ofrecen y, en consecuencia, mejoren sus condiciones de vida”, explica el ingeniero agrónomo Mario Ardany de León, Oficial de Programa de la organización no gubernamental EcoLogic Development Fund, que está a cargo de la ejecución del proyecto piloto: Conservación, Restauración y Monitoreo del Ecosistema Manglar con Liderazgo Comunitario en el AUMRS.

A su vez, el citado proyecto es financiado por el Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, por su acrónimo en inglés) y el proyecto Manejo Integrado de la Cuenca al Arrecife de la Ecorregión del Arrecife Mesoamericano (MAR2R, por su acrónimo en inglés). MAR2R es ejecutado por la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), en coordinación con los ministerios de ambiente de México, Guatemala, Belice y Honduras, -los cuatro países que abarca el SAM-, con el financiamiento del Global Environmental Facility, a través del Fondo Mundial para la Naturaleza como agencia implementadora.

De León comenta que para alcanzar la meta de conservación se mantendrá el área boscosa tropical existente en la parte alta y media de cada comunidad, e igual se cuidará el manglar de las partes bajas. Para la restauración de las áreas que han sido taladas o quemadas, además de mangles, se implementarán sistemas agroforestales, es decir, la combinación de cultivos de granos básicos con árboles de rápido crecimiento como los de san Juan (Vochyasia guatemalensis), barillo (Symphonia globulifera), cahué (Pterocarpus officinalis) y frutales.

El ingeniero agrónomo Mario de León (a la derecha) explica la técnica de siembra de mangle que usarán en la localidad de Barra Sarstún. Foto: EcoLogic
Pobladores de San Juan revisan los viveros de caoba (Swietenia macrophylla) y guama (Inga edulis) que usarán en los sistemas agroforestales. Foto: EcoLogic

“La idea es que las personas tengan otra fuente de alimentación, porque después de la cuarentena por la pandemia de la COVID-19 y las tormentas ETA e IOTA, se dieron cuenta de que solo de comer pescado ya no pueden vivir y tuvieron que intercambiar sus capturas del día por maíz, frijol y frutas”, relata de León.

Otra tarea que se contempla en el proyecto será gestionar ante la Oficina de Control de Áreas de Reserva del Estado (OCRET), el arrendamiento de las zonas a conservar y restaurar, para que estas plantaciones puedan inscribirse en el Programa de Incentivos Forestales, PROBOSQUE, del Instituto Nacional de Bosques (INAB). Las actividades para lograr los anteriores objetivos comenzaron en septiembre de 2020 y se espera que culminen en noviembre de 2021, añade de León.

Intercambio de conocimientos

Habitantes de San Juan escuchan con atención acerca de las técnicas de manejo y restauración forestal que se usarán en la comunidad. Foto: Cesar J. Zacarías-Coxic

“La participación voluntaria e informada de las comunidades en la conservación de los recursos naturales es imperante, porque cuando se habla de gobernanza forestal y acciones de recuperación de ecosistemas, las primeras que tienen que estar empapadas del tema y convencidas son las comunidades. Nosotros, como representantes de instituciones, podemos identificar áreas y trabajarlas, pero el éxito no dependerá de cuánto dinero se tenga para implementar los proyectos, sino de cuánto se involucren las comunidades. Porque al final, ¿quiénes cortan el bosque? ¡Las personas! Entonces, cuando ellas están empoderadas del tema y han colaborado con acciones para beneficio de todos, ayudan a que no haya tala, ni sobrepesca. De ahí la importancia de tomarlas en cuenta para hacer los procesos”, afirma con plena seguridad Cesar J. Zacarías-Coxic, encargado 2 de manglares, a nivel nacional, por parte del INAB.

“Por su experiencia de más de una década en conservación y restauración de manglares, así como por haber impulsado las Mesas Locales de Mangle en Guatemala, quién mejor que Zacarías-Coxic para compartir con los habitantes de San Juan y Barra Sarstún información y técnicas para el manejo sostenible de este vital ecosistema”, afirma de León.

Zacarías-Coxic comenta que, en San Juan, a pesar de la barrera del idioma, -porque sus habitantes hablan q’eqchí y se requirió la ayuda de un intérprete-, fue satisfactoria la interacción lograda con los 22 participantes y hasta visitaron el área que esperan inscribir en el PROBOSQUE. “Las personas de San Juan tenían un genuino interés en aprender sobre el ecosistema manglar, del cual desconocían particularidades, porque no son oriundas del Caribe, sino que migraron desde las zonas montañosas de Cobán, Alta Verapaz, en la región central de Guatemala”, dice Zacarías-Coxic.

Vista del muelle de la comunidad de San Juan. Foto: César J. Zacarías-Coxic

 

Mientras, en Barra Sarstún, Cesar impartió dos talleres. Uno, a 15 pescadores, y otro, a 20 estudiantes de educación básica. Con los primeros, el aprendizaje fue de doble vía, asegura el instructor, porque ellos también le compartieron anécdotas de sus experiencias en el mar y en la costa. Y debido a que tenían más dominio del tema, hasta tuvieron tiempo de conversar sobre el Reglamento para el Manejo Sostenible del Recurso Forestal del Ecosistema Manglar.

Con los segundos, quizás por ser jóvenes y tímidos, no dialogaron mucho, pero sí prestaron atención al mensaje, dice Zacarías-Coxic.

En esta área de Barra Sarstún hay regeneración natural del bosque manglar y también se aprecia el servicio de protección costera que ofrece este ecosistema. Foto: César J. Zacarías-Coxic

 

¿Por qué actuar de la cuenca al arrecife?

 

Bosque de mangle negro situado frente al océano Atlántico. Foto Cesar J. Zacarías-Coxic

Cuando se piensa en trabajar a nivel de cuencas, “hay mucha tela que cortar”, dice Zacarías-Coxic. Esto se debe a los diversos intereses y problemas que surgen al querer disponer de los diferentes recursos naturales como el agua, el suelo o la vegetación, por mencionar algunos. Si estos recursos no se manejan adecuadamente, la situación repercute en la pérdida o degradación de los ecosistemas. Por ejemplo, si se quita la cobertura vegetal del suelo, este queda expuesto a procesos de erosión por efectos del viento y el agua, y con las lluvias, estas partículas de tierra son arrastradas por los ríos y las escorrentías, desde la parte alta de la cuenca hacia la baja, donde ocasiona procesos de sedimentación y eutrofización, modificando así algunos sistemas naturales como manglares, lagunas costeras y pastos marino, asegura Zacarías-Coxic.

Al respecto, Carlos Rodríguez Olivet, especialista marino-costero y de salvaguardas del Proyecto MAR2R, a cargo de la articulación de actores en la región del SAM para el manejo de los recursos marino-costeros y de agua dulce, comenta que una de las tareas que ayudó a organizar en 2019 -por invitación de MAR Fund y del Instituto Smithsonian, con apoyo de la Cooperación Alemana-, fue el taller en el que participaron más de 70 personas de la región del SAM, para elaborar la Estrategia Regional de Manejo Conservación, Restauración y Monitoreo de Manglares en el Arrecife Mesoamericano 2020-2025.

A partir de dicha estrategia, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente-Convención de Cartagena, MAR2R y MAR Fund, también están colaborando en la creación de un manual de prácticas y técnicas para la restauración de manglares y un mapa ecorregional que muestre los sitios prioritarios a atender, añadeRodríguez.

Según explica el funcionario, debido a que es necesario el fortalecimiento de capacidades locales para ir aprendiendo más y mejores técnicas de manejo, así como buenas prácticas en el ecosistema manglar, otra de las acciones para lograr las metas trazadas en el componente a su cargo está orientada en abrir oportunidades de participación a pueblos indígenas y comunidades locales. Y una forma de involucrarlos es a través de los proyectos piloto o demostrativos, como el que EcoLogic está liderando en San Juan y Barra Sarstún, el cual se tiene contemplado replicar en Belice.

Conviértete, tú también, en un guardián de los ecosistemas

MAR FundMéxico, Noticias SAM3 mayo, 20215

Grupo de adolescentes que participó en los talleres y recorridos vivenciales que impartió la asociación Centinelas del Agua (CDA) en la Península de Yucatán, México. Foto: CDA.

 

Por Lucy Calderón

Si tienes actitud, pasión e inclinación por la naturaleza -y crucial-, respeto por todos los seres vivos que te rodean, tú también puedes ser un guardián de los ecosistemas.

Según explica el maestro en ciencias, Alejandro López Tamayo, director general de la asociación civil sin fines de lucro Centinelas del Agua (CDA), la cual está enfocada en preservar y proteger el acuífero de la Península de Yucatán, México, “las actividades vivenciales fomentan el arraigo cultural y la conexión de una persona con su entorno, lo cual incide en su interés por la protección de los recursos naturales a su alrededor”.

Por eso, el involucramiento de niñas, niños y adolescentes en talleres de educación ambiental, así como en visitas de campo a los ecosistemas de la comunidad donde viven, fueron algunas de las prácticas educativas que CDA implementó durante el proyecto: Diagnóstico de la Calidad del Agua en la laguna Yalahu, en el Área de Protección de Flora y Fauna (APFF) Yum Balam.

Alejandro comenta que dicho proyecto fue concebido en tres fases y para el desarrollo de la primera -que a su vez incluye tres componentes-, CDA recibió el apoyo del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés), a través de la décimo primera convocatoria de su Programa de Pequeñas Donaciones.

Con el impulso de MAR FUND, la primera fase se efectuó durante 2019-2020 en la región del Arrecife Mesoamericano, principalmente en Chiquilá, Solferino y Holbox, tres comunidades del municipio Lázaro Cárdenas.

De izq. a derecha: Viridiana Nava, Mayra Izquierdo, Alejandro López, Itzel Castillo y Nancy Maffiodo, integrantes de Centinelas del Agua. Foto: CDA

Primer componente: monitoreo de la calidad del agua

 

La laguna de Yalahau en la APFF Yum Balam requiere atención para eliminar las descargas de aguas residuales que recibe. Foto: CDA

Un grupo de habitantes de la comunidad de Holbox se acercó en 2018 a CDA para solicitar la realización de un monitoreo de la calidad del agua de la laguna Yalahau, porque según explicó, en algunos puntos de esta han notado cambios de coloración, así como la disminución de especies de peces de interés comercial. Esta situación fue la que motivó a CDA a participar en la convocatoria de MAR Fund presentando el proyecto en su primera fase.

Viridiana Nava, maestra en ciencias y coordinadora de investigación científica y conservación de CDA, cuenta que después de la solicitud recibida, iniciaron las visitas a la laguna para identificar los puntos prioritarios a atender y/o conservar, ya sea por tener mayor cantidad de contaminantes o ser las áreas donde se están descargando aguas residuales. Identificaron 30 puntos de monitoreo y en cada uno analizaron 15 parámetros de calidad de agua (entre físico-químicos y biológicos), en dos temporadas diferentes: la de Nortes (caracterizada por fuertes vientos) y la de lluvias (época con mayor precipitación).

 

Análisis in-situ y colecta de muestras de agua en la laguna Yalahau en el APFF Yum Balam. Foto: CDA

Alejandro añade que realizar el monitoreo en las épocas indicadas es trascendental para conocer la variación temporal de elementos químicos o bacteriológicos presentes en el agua, porque la dirección del viento y la precipitación en cada una de ellas influye en el comportamiento de algunos contaminantes y en la dinámica de la laguna.

Durante las lluvias, se producen cambios en la temperatura del ambiente y también fluctúa la dirección del viento y por ende las condiciones en la laguna. Las precipitaciones pluviales arrastran todos los contaminantes desde el continente hacia la zona costera, mientras que, en época de secas, estos no se diluyen, sino que permanecen concentrados en la laguna. Cuando hay huracanes, estos revuelven todo en el agua, agrega Alejandro.

Los integrantes de CDA hicieron el trabajo de monitoreo con apoyo del personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Esta institución les facilitó una embarcación y al respectivo capitán, para que pudieran navegar la laguna. Como los datos obtenidos son de dominio público, la CONANP puede usarlos para incluirlos como acciones del programa de manejo del APFF Yum Balam.

Para el análisis de las muestras colectadas, CDA subcontrató a un laboratorio. Una vez obtenidos los resultados, Viridiana e Itzel se encargaron de su interpretación y de la realización de los mapas de distribución superficial, de acuerdo con la normatividad aplicable en México.

Viridiana indica que los puntos de la laguna con mayor cantidad de contaminantes químicos y bacteriológicos (encontraron coliformes) son aquellos con descarga de aguas subterráneas. Además, debido a que el suelo de la Península de Yucatán es kárstico (como si se tratara de una esponja, con múltiples poros), todo lo que corre sobre la superficie se infiltra y contamina el acuífero (principal fuente de agua). Luego, este líquido contaminado llega hasta la laguna.

Otro de los principales hallazgos, producto del trabajo de campo, fue la detección de focos de contaminación por la nula o inadecuada gestión de los desechos líquidos y sólidos en las comunidades citadas. Sumado al problema de falta de tratamiento de aguas residuales, muchas personas tiran su basura en botaderos a cielo abierto o a un costado de las carreteras. Otras, la queman.

Los resultados de este monitoreo de la calidad del agua, los presentó CDA al público en general, a través de tres seminarios virtuales, uno de ellos, el día previo a la visita de María Luisa Albores González, Secretaria de Ambiente y Recursos Naturales, a Holbox. Según relata Alejandro, durante la actividad, los líderes de la comunidad de Holbox le expresaron su preocupación por la contaminación de la laguna y le solicitaron apoyo para, por ejemplo, gestionar el tratamiento de aguas residuales en la zona.

Segundo componente: educación ambiental

 

En Holbox, durante una de las visitas a los ecosistemas de su comunidad, los estudiantes de Holbox se desplazaron en bicicleta. Foto: CDA

La ingeniera Itzel Castillo, a cargo del programa de hidrología y calidad del agua en CDA, fue quien impartió los talleres de educación ambiental y los recorridos vivenciales (nueve talleres y recorridos presenciales y uno virtual) para motivar a niñas, niños y adolescentes de seis escuelas de las tres comunidades antes mencionadas a ser guardianes de la naturaleza.

Itzel relata que las capacitaciones incluyeron a los profesores de los centros educativos. Ellos apoyaron en presentar a los estudiantes las encuestas de acercamiento y percepción del agua, previamente proporcionadas por CDA, para determinar su nivel de conocimiento e interés en la temática ecológica. Gracias a estas encuestas, CDA asentó el contenido de las actividades con los jóvenes, en las cuales participaron también algunos docentes.

Durante tres meses, Itzel ofreció en cada escuela, charlas sobre el acuífero (formación geológica almacenadora de agua), su relación con los ecosistemas circundantes y cómo hacer para preservarlos limpios y saludables.

Para los recorridos vivenciales CDA se alió con otras instituciones que la ayudaron a cumplir el cometido.  Por ejemplo, para el recorrido al sitio designado en Holbox, un operador turístico les prestó bicicletas a todos los participantes. En Chiquilá, un grupo de aviturismo les consiguió camionetas para transportarse y les prestó binoculares y guías de observación de aves. En Solferino, un grupo comunitario que siembra árboles de Yaca (Artocarpus heterophyllus, planta familia de las moráceas, cuyo fruto tiene sabor parecido al mango), les permitió conocer peculiaridades del cultivo.

 

Durante las giras de campo, los participantes son motivados a usar sus cinco sentidos para hacer más vívido el aprendizaje. Foto: CDA

De acuerdo con Itzel, los jóvenes de distintas edades se emocionan cuando tienen contacto directo con la naturaleza y al hacer participativa su experiencia, el aprendizaje es mejor, mucho más significativo.

“Acompañé a Itzel a uno de esos recorridos y puedo confirmar que los hace súper participativos. Cuando les explicaba las características del suelo kárstico que tenemos en la Península de Yucatán, los hacía tomar un puño de tierra; si les hablaba de las rocas y cómo se filtra el agua en ellas, también los hacía recoger una y observarla. Hasta lupas llevaban. Fue tal la vivencia, que de los propios estudiantes surgió la iniciativa de recolectar la basura que observaron durante el trayecto final de la caminata”, relata Viridiana.

Alejandro añade que, en sus 10 años de existencia, CDA ha contribuido a la formación ambiental de unos 23 mil estudiantes. Y la forma en que miden o validan el conocimiento adquirido por los participantes es a través de encuestas antes y después de la actividad educativa.

 

Participantes del recorrido por los ecosistemas de Solferino y Chiquilá. Foto: CDA

 

Un habitante de Chiquilá responde una encuesta sobre percepción del agua. Foto: CDA

Las actividades de educación y socialización fueron parte del segundo componente del proyecto. Y uno de los productos derivados de este, gracias al apoyo recibido de MAR Fund, fue la creación del Manual de educación para la sustentabilidad de la Península de Yucatán, el cual describe los ecosistemas del lugar. Este documento se le estará entregando a los maestros de las escuelas que participaron en el proyecto. Adicionalmente, se produjeron infografías sobre el área protegida, para compartir información clave del APFF Yum Balam a un público más amplio.

Alejandro indica que, apoyándose con el contenido del citado manual, y como parte de una segunda fase de este proyecto (apoyada por MAR Fund en su décimo tercera convocatoria y actualmente en su fase inicial de planeación), impulsarán aún más la generación de guardianes de la naturaleza educando a los niños, niñas y adolescentes sobre la gestión apropiada del agua y de residuos sólidos.

 

Infografía sobre beneficios ambientales del acuífero en la Península de Yucatán. Foto: CDA

 

Manual de educación para la sustentabilidad de la Península de Yucatán. Foto: Centinelas del Agua A.C.

 

Infografía sobre los servicios ecosistémicos de los pastos marinos en el APFF Yum Balam. Foto: Centinelas del Agua A.C.

Tercer componente: gobernanza hídrica

 

La laguna Yalahau tiene una superficie total de 312 km2. Foto: CDA

Promover mecanismos de participación social para la toma de decisiones en torno al agua y su saneamiento en las tres comunidades involucradas en el proyecto fue el objetivo principal de la gobernanza hídrica que se impulsó.

Alejandro explica que los sectores que participaron en este componente fueron representantes de la Asociación de Hoteles de Holbox y del Ayuntamiento de Lázaro Cárdenas. Se trabajó con ellos la elaboración de un convenio de colaboración para mejorar la sustentabilidad en el municipio y las tres comunidades. También se logró que la Dirección de Ecología del Ayuntamiento aprobara el establecimiento de un Comité de Cuenca, ya que, por ley, es a través de este que participan todos los sectores de la sociedad (academia, comunidades, organismos no gubernamentales, entre otros) en la gestión del agua.

De acuerdo con datos de CDA, solo algunas zonas de Chiquilá y Holbox cuentan con alcantarillado para descarga de aguas residuales, pero en Solferino únicamente tienen pozos ciegos.

Por tal motivo, en la segunda fase de este proyecto, CDA se enfocará en fomentar la gestión apropiada de residuos sólidos y líquidos; y gracias a fondos otorgados por otro donante, realizará la instalación de biodigestores.

Mientras tanto, con ayuda de los personajes Centi y Nela, CDA seguirá inculcando el mensaje de amor y conservación de la naturaleza, para que haya más guardianes de los ecosistemas, e impulsando en México, Belice,Guatemala y Honduras la iniciativa Agua, Nuestro Derecho.

Personajes Centi y Nela

Banco Cordelia, un sitio que ofrece esperanza al Arrecife Mesoamericano

MAR FundNoticias SAM20 abril, 20212

Como “un paraíso bajo el mar”, describen al Sitio de Importancia para la Vida Silvestre, Banco Cordelia, quienes han tenido la oportunidad bucear en él. Foto: Claudio Contreras/International League of Conservation Photographers.

 

Por Lucy Calderón

Conocidos popularmente como corales cuerno de ciervo, por la similitud de su estructura con la de la cornamenta del mamífero en mención, los corales Acropora cervicornis son de los corales más importantes en la región del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), porque son constructores del arrecife.

Gracias a su fuerte sustrato y a su peculiar forma, los A. cervicornis ofrecen refugio a peces juveniles y protegen a las comunidades costeras contra fuertes oleajes.

Sin embargo, son pocos los lugares del Caribe que aún tienen grandes extensiones de esta especie de coral. Uno de ellos es el Sitio de Importancia para la Vida Silvestre, Banco Cordelia, situado en el suroeste de la Isla de Roatán, Honduras, donde la cantidad de individuos de A. cervicornis es impresionante, señala el biólogo marino Steve Canty, coordinador del Programa de Conservación Marina del Instituto Smithsonian.

 

Las colonias de corales cuerno de ciervo (Acropora cervicornis) que habitan el Banco Cordelia, en Honduras, abarcan una extensión de 63,440 metros cuadrados. Foto: Jaques Lalonde

“El número de estos corales que hay en ese banco sorprende, sobre todo, después de la masiva mortandad -a causa de un agente desconocido-, que en la década de los años 80 redujo su presencia en el Caribe, incluyendo el SAM, cuando se perdió aproximadamente el 90 por ciento de ellos. Además, esta población logró recuperarse de un evento de blanqueamiento que afectó a los corales de Roatán hace unos cuatro años y sigue sobreviviendo, a pesar de estar ubicada muy cerca de muelles de cruceros y de la cantidad de contaminantes que recibe de las poblaciones cercanas”, añade Canty.

Y son precisamente esos signos de vitalidad y resiliencia de los A. cervicornis del Banco Cordelia, los que lo convierten en un sitio de interés no solo turístico sino científico, al ser fuente de propágulos (larvas coralinas) con potencial para repoblar las comunidades arrecifales en la región del SAM.

Por lo anterior, la organización The Coral Reef Alliance (CORAL) impulsó el estudio de la diversidad genética de los corales del Banco Cordelia, es decir, el número total de características genéticas diferentes entre ellos. Dichas diferencias son un componente básico de la biodiversidad, y a mayor diversidad genética, mayores probabilidades tienen las especies de sobrevivir a los cambios del ambiente.

Para llevar a cabo dicha investigación, CORAL contactó a Steven Canty, quien junto con sus colegas científicos Graeme Fox, Jennifer K. Rowntree y Richard F. Preziosi produjeron el estudio titulado: Estructura genética de una población remanente de Acropora cervicornis. El mismo fue publicado en febrero 2021 por la revista Scientific Reports (el artículo es de acceso abierto).

El sumario de dicho documento señala que: “Entre el declive global de los arrecifes de coral, sitios que dan esperanza, como el Banco Cordelia, en Honduras, han sido identificados. En este habitan densos remanentes de la especie de coral en peligro de extinción Acropora cervicornis, que los administradores locales y las organizaciones de conservación ven como una población, fuente potencial para proyectos de restauración de coral”.

De acuerdo con Canty, en CORAL, además de interesarse en el conocimiento de este importante banco coralino para la región del SAM, querían tener evidencia científica sólida para actualizar su plan de manejo.

Sin embargo, ¿cómo manejar los corales si se desconoce su biología? Por eso, él y sus colegas efectuaron el mencionado estudio.

Proceso de toma de muestras

Investigadores documentan los corales que habitan el Banco Cordelia, Honduras. Foto: Jaques Lalonde

El Banco Cordelia es un área protegida formada por cuatro bancos coralinos en los que hay presencia de A. cervicornis, tiburones y un sitio de desove de pargos y meros. Las muestras para el estudio se tomaron en 2014 en tres de esos bancos: Big Cay; Cordelia Shoal y Smith Bank, exceptuando a Little Cay debido a limitaciones climáticas.

La bióloga Mayra Núñez Vallecillo fue una de las investigadoras que participó en la colecta de muestras. Mayra describe al Banco Cordelia como un paraíso bajo el mar, e indica que haber participado en este trabajo de campo, la ayudó a ampliar sus conocimientos sobre los arrecifes coralinos. De acuerdo con la bióloga, investigaciones de este tipo son importantes para generar herramientas de manejo y conservación adecuadas para la protección de ecosistemas marinos, de los cuales dependen para sobrevivir no solo plantas y animales, sino también las personas.

Principales hallazgos

Steven Canty, coordinador del Programa de Conservación Marina del Instituto Smithsonian realiza el análisis genético a los fragmentos de A. cervicornis colectados en Banco Cordelia, Honduras. Foto: James Kegley

Canty indica que un mecanismo importante de supervivencia de los A. cervicornis es la fragmentación y las piezas fragmentadas son arrastradas por las corrientes, por lo tanto, estos pueden asentarse en sitios cercanos o alejados del ejemplar del que se desprendieron. Esta situación incide en que sea difícil determinar si un coral nuevo proviene de un mismo individuo, un clon (reproducción asexual), o es producto de la unión de dos diferentes (reproducción sexual).

Si se trata de ejemplares provenientes de un mismo individuo, su uso para restaurar áreas coralinas degradadas no sería lo mejor, porque al tener los fragmentos el mismo material genético, todos serían susceptibles a las mismas enfermedades o trastornos ocasionados por situaciones de estrés, explica Canty.

En el Banco Cordelia, donde las grandes cantidades de colonias de esta especie abarcan unos 63,440 metros cuadrados, “se logró identificar una baja diversidad genética en los tres bancos del área protegida y la similitud genética de las colonias varió de 91.3 a 95.8 por ciento entre los bancos. Las tasas de ‘clonalidad’ fueron aproximadamente del 30 por ciento en los tres bancos. Y cada genotipo identificado era único para cada banco”, señala el estudio.

“Se demostraron sutiles diferencias dentro y entre los bancos, es decir no todos provienen de un mismo individuo. La presencia de múltiples genotipos sugiere que las colonias de A. cervicornis de estos bancos podría usarse para mantener y mejorar la diversidad genética en proyectos de restauración”.

Por tal motivo, “la gestión de lugares de esperanza como el Banco Cordelia y la incorporación de los datos genéticos en proyectos de restauración para garantizar la diversidad genética dentro de las poblaciones plantadas, será fundamental en el desafío continuo de conservar y preservar los arrecifes de coral”, se indica en el documento.

Importancia de los resultados

Canty explica que está feliz con los hallazgos del estudio, porque en los A. cervicornis del Banco Cordelia hay más diversidad genética de la que pensaron y hasta lo motiva para hacer un estudio parecido con manglares y pastos marinos, porque es importante conocer la conectividad existente entre poblaciones pequeñas de estos ecosistemas y en toda la región del SAM. La obtención de esos datos, así como los que produjo la investigación citada, sirven para elaborar planes de manejo basados en evidencia científica. Asimismo, contribuyen a identificar el potencial de adaptación de los ecosistemas, para que las comunidades costeras sepan cómo liderar ese manejo, porque para que una estrategia de conservación sea exitosa, hay que involucrar a las personas que viven en el área, asegura el biólogo.

La recomendación de Canty, para quienes lideren proyectos de restauración de coral, con fragmentos de los corales del Banco Cordelia, es que lleven un diario genético, para que sepan qué fragmento y de qué colonia usaron para trasplantar en determinado sitio.

Jenny Myton, ingeniera ambiental y Directora Regional de Programas de CORAL, explica que los esfuerzos de su trabajo en favor del SAM se enfocan en acciones que lo ayuden a prosperar. Por ejemplo, es trascendental disminuir la llegada e impacto negativo de las aguas residuales al Banco Cordelia, porque para que este se mantenga saludable, la calidad del agua que lo circunda debe ser óptima.

El trabajo de conservación en Banco Cordelia, el cual -según datos de la Iniciativa Arrecifes Saludables para Gente Saludable- tiene 72.23 por ciento de coral vivo, (el promedio en el SAM es del 19 por ciento), también va encaminado a que haga honor a su declaratoria, por parte del gobierno hondureño, como Sitio de Importancia para la Vida Silvestre. Esa declaratoria, lograda en 2012, tomó siete años de trabajo a varias organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, entre ellas CORAL.

Por eso, los datos producidos por el estudio de Canty y colegas, serán útiles para que en equipo con las demás organizaciones involucradas se pueda actualizar el Plan de Manejo del sitio y determinar y guiar las acciones a implementar, concluye Jenny.

La ciencia ayuda a documentar una nueva joya marina del Sistema Arrecifal Mesoamericano

MAR FundGuatemala, Noticias SAM, Victorias17 marzo, 20219
Investigadora realiza monitoreo para conocer la salud del arrecife y caracterizar las diversas especies que habitan esa zona arrecifal descubierta en 2014 en el Caribe de Guatemala. Foto: Ana Giró/HRI

Por Lucy Calderón

Durante una gira de campo por las aguas del mar Caribe en Guatemala, la Maestra en Ciencias, Ana Giró Petersen confirmó que un área de “piedras”, como la describían los pescadores que la acompañaban en esa ocasión, resultó ser una zona arrecifal hasta ese momento desconocida.

Según relata Ana, ese 2014, un pescador le comentó sobre una zona somera de “piedras” que él y sus compañeros observaban al regresar de sus jornadas de pesca en zonas profundas. Ana decidió investigar para evaluar de qué se trataba y se sorprendió al ver que esta área presentaba una gran diversidad de especies de peces y alta cobertura coralina. Ana regresó al sitio con su equipo para recabar más información y evaluar el estado de salud arrecifal, datos con los que contribuye a actualizar los archivos del Programa Atlantic and Gulf Rapid Reef Assesment (AGRRA), el cual ofrece indicadores científicos del estado de los arrecifes coralinos del Golfo de México y del Caribe con el objetivo de sustentar su gestión y conservación.

Ana cuenta que, al sumergirse en el área indicada por los pescadores, quedó maravillada al ver no solo la extensión de la zona arrecifal, sino la salud que irradiaba.

Para evaluar la extensión del sitio consultó varias cartas náuticas, sin embargo, estas no presentaban mayor detalle de la zona. Por esto se decidió realizar un mapeo batimétrico. A través de este análisis, se dio cuenta de que también había una caída pronunciada con forma de codo, similar a los sitios que eligen los peces durante sus agregaciones de desove en épocas de reproducción. Entonces decidió contactar a Will Heyman, experto en agregaciones reproductivas de peces, de Ecological Research Associates.

Asimismo, con ayuda de Ángela Mojica, Will Heyman y Miriam Olivares iniciaron las mediciones para obtener mapas de las profundidades del sitio y determinar las características (topografía) del fondo marino. Al realizar estos estudios, descubrieron que la zona era más grande de lo que esperaban. A la fecha, han mapeado 15 kilómetros de largo y 6 kilómetros de ancho. “Es una belleza. Las áreas menos profundas tienen 10 metros y la abrupta caída tiene entre 250-300 metros. Sin embargo, estamos recabando datos científicos en profundidades que van de los 9 a los 21 metros. A mayor profundidad, los mapeos los hemos hecho con ecosonda, herramienta que permite determinar la distancia vertical entre el fondo del lecho marino y una parte determinada del casco de una embarcación”, indica la investigadora.

 

Existe gran diversidad de especies y alta cobertura coralina en el sitio Corona Caimán. Foto: Ana Giró/HRI

Con el objetivo de seguir conociendo y analizando el estado de ese sitio arrecifal, la Iniciativa Arrecifes Saludables para Gente Saludable (HRI, en inglés) -de la cual Ana es la coordinadora para Guatemala-, participó en la décimo primera convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés).

“Corona Caimán: apoyar la conservación de la joya del Arrecife Mesoamericano a través de ciencia sólida” es el nombre del proyecto que la HRI y Pixan’Ja propusieron en dicha convocatoria, a través de la que obtuvieron los fondos solicitados para desarrollar la primera fase del proyecto y hacer más buceos científicos, caracterizar las especies de peces, corales y bentos, generar mosaicos fotográficos e instalar sensores que miden temperatura y el grado de acidez o alcalinidad (pH) del agua.

Además, gracias a la investigación que se ha realizado durante varios años en el área, se logró la justificación para protegerla y declararla como zona de veda espacial (no pesca) por 10 años, a partir de mayo 2020. El Acuerdo Ministerial 85-2020 de la citada declaratoria lo logró DIPESCA/MAGA con el apoyo de la Fundación Mundo Azul y FUNDAECO.

 

Sensor de temperatura instalado en el sitio. Foto: HRI

Indagar en el fondo del mar

Los mosaicos fotográficos son la nueva tecnología que utilizan Ana y colegas para evaluar y conocer más sobre este arrecife, ya que ofrece imágenes tridimensionales con una excelente resolución, las cuales ayudan a evaluar la cobertura de coral, las especies dominantes y sus enfermedades. También permiten ver los cambios en el tiempo, tanto del sitio como de los corales en específico.

Fotomosaico de una zona en particular (izquierda). Al ampliar el cuadro amarillo (a la derecha) se observa mejor un coral o un área en específico. Foto: HRI

Debido a que esa zona arrecifal está ubicada en el límite marítimo con Belice, con apoyo de la organización no gubernamental Toledo Institute for Development and Environment (TIDE), en ese país, se están realizando trámites ante las autoridades correspondientes para iniciar los monitoreos científicos en el lugar.

Ante el caudal de información a la espera de ser recopilada, la HRI solicitó de nuevo financiamiento a MAR Fund, a través de la décimo segunda convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones y también lo obtuvo.

Con los nuevos fondos recibidos, tanto Ana como sus colegas investigadoras: Ángela Mojica, de Pixan’Ja, y Nicole Craig, de HRI Belice, esperan retomar sus actividades de buceo científico en mayo 2021, ya que por el confinamiento provocado por la pandemia de la COVID-19 estos tuvieron que ser pospuestos.

De izq. a derecha: Angela Mojica, Nicole Craig y Ana Giró. Detrás de ellas, el capitán de la embarcación, Carlos Ramírez. Foto: HRI

Otras metas de la Fase II de este proyecto son instalar más sensores de temperatura y pH, así como sensores   para detectar agregaciones de peces; y ofrecer seminarios en línea para dar a conocer los resultados de sus investigaciones a entidades del gobierno de Guatemala y al público en general.

Ana Giró realiza el monitoreo del parche arrecifal. Foto: Nicole Craig/HRI

A la fecha, entre la información científica obtenida, destaca que el sitio arrecifal mencionado tiene sitios con un 77 por ciento de cobertura de coral vivo, bastante diverso, algo sorprendente porque en el Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), el promedio está entre el 19 y 20 por ciento. Este dato anima mucho a los investigadores, indica Ana, porque es una esperanza de que el SAM prospere, a pesar de los embates que le ocasiona la acidificación del mar o el aumento de su temperatura debido al cambio climático, entre otras amenazas.

¿Qué otros desafíos enfrentan los investigadores en el SAM?

Ana comenta que un reto para hacer investigación científica en el mar es la disponibilidad de personas que sepan bucear y tomar los datos con precisión, apoyo que es difícil conseguir. Aunque la HRI ha ofrecido capacitaciones en la temática, algunos de los participantes han seguido sus estudios en el extranjero, por lo que deben encontrar a nuevas personas que los ayuden en los monitoreos.

También hay que contar con un capitán y ayudante que conozcan bien la zona y sepan navegar y guardar la calma en situaciones complejas como cuando hay fuertes oleajes, corrientes y fuerte viento.

La lejanía de los sitios de monitoreo también representa mayor gasto en combustible y tiempo para efectuar el trabajo.

A pesar de todos los desafíos, Ana opina que el esfuerzo vale la pena, porque con sólida evidencia científica hay más probabilidades de incidir en políticas públicas encaminadas a la protección y conservación de valiosos ecosistemas como el SAM.

Ángela Mojica, investigadora del proyecto monitoreando para evaluar la salud del arrecife. Foto: Ana Giró

 

Descubrir sitios arrecifales con salud alienta a los investigadores a seguir obteniendo evidencia científica que respalde sus solicitudes para la conservación y manejo sustentable por parte de las autoridades de gobierno. Foto: Ana Giró/HRI

La conservación ambiental y el empoderamiento comunitario en Utila: el rol de la FIB y sus ecolíderes

MAR FundHonduras, Noticias SAM, Victorias4 marzo, 20215
Niños y adolescentes que forman el grupo de ecolíderes entrenados por Fundación Islas de la Bahía (FIB) participan en limpiezas de playas en Utila. Foto: Staff Iguana Research and Breeding Station-(IRBS) Iguana Station

 

Por Lucy Calderón

Con la meta de proteger los recursos naturales y las especies de animales silvestres endémicos, es decir, que solo habitan la isla de Utila, Honduras, como, por ejemplo, la iguana negra de cola espinosa (Ctenosaura bakeri), la Fundación Islas de la Bahía (FIB) fomenta la conciencia ambiental entre los isleños.

Para facilitar su cometido, en 2018 la FIB participó en la décimo primera convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés) y su proyecto Fortaleciendo el liderazgo de conservación y empoderamiento comunitario en la isla de Utila, Honduras fue uno de los beneficiados. Este se ejecutó en 2019-2020 y está en su fase de finalización.

Según cuenta Geyvy Delarca, coordinadora técnica de la FIB, esta tiene 30 años de trayectoria y es pionera en impartir charlas ambientales en escuelas y colegios de Utila, además de fomentar la investigación y la crianza de la mencionada especie de iguana. En la actualidad, continúan trabajando con grupos de personas con interés en mejorar su calidad de vida, como el de mujeres artesanas y el de ecolíderes, este último integrado por jóvenes de entre 13 a 21 años de edad.

Escarleth Godoy, técnica ambiental en la FIB, relata que el grupo de ecolíderes se integró en 2017, después de la primera convocatoria que la fundación lanzó con apoyo de MAR Fund. Sin embargo, debido a que para 2019 solo quedaban dos participantes, de nuevo y siempre con apoyo de MAR Fund, la FIB lanzó otra convocatoria en escuelas y colegios. En esta ocasión, 15 jóvenes se sumaron a los dos participantes de la cohorte inicial y son quienes hasta la fecha continúan activos.

 

Logo Oficial creado en 2020 de acuerdo con las ideas de todos los ecolíderes

Las distintas actividades que la FIB organiza las dirigen educadores ambientales con el objetivo de despertar en niños y adolescentes su interés y el amor por el cuidado de la naturaleza. Todos los talleres y salidas de campo las realizan en horarios que no interrumpan el cumplimiento de los estudiantes con sus tareas escolares.

Javier Colindres. Foto: FIB

Javier Colindres, de 13 años de edad, se unió a los ecolíderes en 2019. Lo invitó una amiga y aceptó porque le gusta mucho participar en las limpiezas de playas, las cuales le han permitido conocer partes de la isla a las que no había ido. También disfruta de los viajes al Refugio de Vida Silvestre Turtle Habour, conocer personas y aprender cómo y por qué se debe proteger a las iguanas.

 

Makayla Jones. Foto: FIB

Makayla Jones, de 14 años de edad, comenta que en 2019 se enteró de la existencia de los ecolíderes por la convocatoria que, con apoyo de MAR Fund, lanzó la FIB en la escuela donde ella estudia, además de que un amigo, perteneciente a los ecolíderes, la invitó a participar. Decidió integrarse al equipo para aprender sobre la isla y la naturaleza, y porque se realizan actividades divertidas y muy importantes, como la recolección de semillas de mangle mientras viajan en Kayak. “Me gusta que ayudamos a la isla y aprendemos al mismo tiempo que nos divertimos”, asegura la joven.

Foto: Staff IRBS-Iguana Station
Logan López. Foto: FIB

Logan López de 20 años de edad, quien se unió a los ecolíderes en 2017, indica que todos se llevan muy bien y le gusta ser parte de un grupo que tiene y apoya iniciativas de conservación como las limpiezas de playas y el monitoreo de iguanas.

Amigables con la naturaleza
Geyvy explica que tanto en la Fundación como en su Estación de Investigación Científica IRBS-Iguana Station -que están ubicadas en un mismo edificio- se organizan actividades que contribuyen a que los habitantes de la isla conozcan la importancia de la conservación y comprendan que toda acción produce una reacción. Por ejemplo, si se corta un árbol de mangle, su pérdida repercute en la vida de otras especies de plantas y de animales. En el caso de las iguanas negras de cola espinosa, les gusta asolearse en el mangle rojo y refugiarse en el mangle negro, por lo tanto, si se daña al manglar habrá repercusiones en la vida de las iguanas. Este mensaje de conectividad o interacción que existe entre los seres vivos que habitan un ecosistema es clave y necesario que sea comprendido por las personas, dice la joven.

 

Foto: Staff IRBS-Iguana Station

En cuanto a los residuos sólidos que los ecolíderes recogieron en las playas durante las actividades patrocinadas por MAR Fund, Geyvy explica que en su mayoría llegan arrastrados por las corrientes marinas desde otras partes del mundo y tienen certeza de ello, porque hasta en las playas donde no hay presencia de turistas se encuentran los residuos, además de que también han visto cuando estos arriban junto con el oleaje. Actualmente, y con la participación de tres integrantes del grupo de ecolíderes están por terminar la caracterización de los residuos sólidos recolectados en noviembre de 2020, trabajo que financió Flora y Fauna Internacional.

A su vez, la joven comenta que participar en las limpiezas de playa ayuda a los ecolíderes a comprender la realidad con relación al consumo desmedido de productos envasados en materiales de un solo uso (por ejemplo, plástico) y al mal manejo final que se hace de estos. Desafortunadamente en Utila, la mayoría de estos residuos no pueden ser reciclados y terminan en el incinerador municipal.

Una parada en el centro de visitantes
En el mismo terreno donde están las oficinas centrales de la FIB se encuentra el centro de visitantes y la estación científica.

Centro de Visitantes de la Fundación Islas de la Bahía. Foto: Staff IRBS-Iguana Station

Los turistas locales y extranjeros que recorran el centro de visitantes tendrán la oportunidad de conocer sobre la importancia de los manglares y las cuatro especies que crecen en la isla: blanco, rojo, negro y botoncillo. También aprenderán sobre el cangrejo azul, el tiburón ballena y la iguana negra de cola espinosa, la cual está amenazada por la tala de manglares y la cacería.

Al llegar al mural de voluntarios se les explica que la principal fuente de financiamiento del centro de investigación son las personas locales o extranjeras -voluntarios-, interesadas por la investigación y participación en cualquiera de los proyectos de la FIB.

Según cuenta Escarleth, los visitan tanto estudiantes de colegios con carreras administrativas o turísticas, como universitarios que cursan carreras en ciencias ambientales, veterinaria, agronomía o turismo. Estos voluntarios pagan una cuota de estadía en la FIB y durante su estancia ayudan en todas las actividades de la fundación, se integran a los trabajos de campo para la investigación de la iguana negra de cola espinosa, aparte de trabajar en sus propios proyectos de investigación relacionados con el mapache y el cangrejo azul que habitan la isla.

Personal de la fundación y practicantes. Foto: Staff IRBS-Iguana Station

La iguana negra Swampy, de 26 años de edad, es el ejemplar más antiguo que habita la estación científica, en donde tienen un proyecto de crianza y conservación de iguanas negras de cola espinosa. Foto: Staff IRBS-Iguana Station

 

Geyvy comenta que, en la comunidad, a algunas personas les gusta consumir los huevos de iguana y por eso las buscan en época de reproducción. Para tratar de frenar esta situación, la FIB realiza campañas informativas y de sensibilización en las escuelas. En 2020 y debido a la pandemia por la COVID-19, no se extendieron al público en general, pero imprimieron sus mensajes ecológicos en banners para que todos los habitantes de Utila aprendan la importancia de la conservación.

Otra de las formas en que se busca evitar la depredación de iguanas es a través de monitoreos y patrullajes de los sitios donde estas anidan, los cuales son efectuados en conjunto con agentes de la Fuerza Naval de Honduras.

Un agente de la Fuerza Naval de Honduras acompaña a una integrante del personal de la FIB durante un patrullaje para evitar la cacería de iguanas. Foto: Staff IRBS-Iguana Station/em>

 

La FIB también tiene a su cargo el centro ambiental Wishiwilly, situado en el mismo terreno que las oficinas centrales, el cual pintaron recientemente gracias a los fondos recibidos de MAR Fund. Además, este fue equipado con computadoras y un alto parlante con bluetooth incluido para utilidad de los niños y jóvenes en edad escolar. “Es un espacio que se les facilita a los muchachos para que hagan sus tareas, porque no todos tienen conexión a Internet en sus viviendas”, señala Geyvy.

Los turistas conocen el centro ambiental habilitado recientemente. Foto: Staff IRBS-Iguana Station

Debido a la pandemia por la COVID-19 que inició en 2020, varias actividades tuvieron que reprogramarse, pero gracias al apoyo de MAR Fund las capacitaciones que han recibido los 17 ecolíderes y su participación en las actividades de la fundación (por ejemplo, talleres, monitoreos de iguanas, limpieza de playas, entre otros) han sido exitosas. Todo lo que han aprendido y la sensibilización ecológica adquirida quedan de manifiesto al interactuar con ellos y conocer cómo piensan y se relacionan con la naturaleza.

 

Foto: Staff IRBS-Iguana Station

 

Foto: Staff IRBS-Iguana Station

 

Mujeres Artesanas de Utila. Foto: Staff IRBS-Iguana Station
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