Fomentan buenas prácticas ambientales en tres localidades de Quintana Roo
Colaboradores de Centinelas del Agua y personas capacitadas en el
uso racional de los recursos naturales de sus comunidades. Foto: CDA
Por Lucy Calderón
Solferino, Holbox y Chiquilá son tres localidades del municipio de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, México, en las que Centinelas del Agua, A. C. (CDA) promueve la preservación y protección del acuífero de la Península de Yucatán para el beneficio de todos sus habitantes.
En dichos sitios, CDA ha implementado los proyectos: “Diagnóstico de la Calidad del Agua en la laguna Yalahau, en el Área de Protección de Flora y Fauna (APFF) Yum Balam (I)” del cual se puede conocer más aquí; “Mejores prácticas comunitarias para una gestión integral del agua y residuos sólidos dentro del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam (II)”; y “Valoración económica de los servicios hidrológicos de la laguna Yalahau y ecosistemas asociados (III)”, todos impulsados en la región del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM) con financiamiento del Programa de Pequeñas Donaciones del Mesoamerican Reef Fund (MAR Fund).
Para conocer en qué consistieron los últimos dos proyectos y cuáles fueron sus resultados más importantes, entrevistamos al director general de CDA, Alejandro López Tamayo, ingeniero ambiental con una maestría en ciencias del agua, y a Sandra Patiño, maestra en ciencias con especialidad en biología marina, quien funge como coordinadora de investigación científica y conservación.
Las comunidades son actores esenciales
El éxito de cualquier proyecto se consigue involucrando en su ejecución a las comunidades que serán intervenidas. Un primer paso para lograrlo es conocer el contexto local, realizar el mapeo de los actores clave y llevar a cabo el acercamiento con sus líderes y lideresas a quienes se les informa sobre las actividades que se pretenden efectuar, explica Alejandro.
En el caso del proyecto sobre buenas prácticas comunitarias, el equipo de CDA hizo encuestas acerca de la percepción del agua y de los residuos sólidos entre los habitantes de Solferino, Chiquilá y Holbox, para poder saber qué tanto conocían y hacían esas comunidades para gestionar adecuadamente el agua y sus residuos sólidos.
Personas que participaron en la realización y
respuesta de encuestas en las comunidades de estudio en Quintana Roo.
Foto: CDA
Al analizar los resultados de las encuestas, dice Alejandro, “nos dimos cuenta de que, a pesar de haber unos 10 minutos de distancia entre cada una de estas comunidades, son bastante heterogéneas. Por ejemplo, los habitantes de Solferino son oriundos del lugar, por lo cual tienen mayor apropiación del entorno natural y valoran sus fuentes de agua. Esto facilitó su participación y aprendizaje en los talleres que impartimos y que se enfocaron en ofrecer información técnica de los ecosistemas locales”.
“En Chiquilá ocurre todo lo contrario a Solferino. Sus habitantes provienen de otros Estados del país, por lo que no se identifican tanto con el sitio donde viven y/o con sus recursos naturales del lugar sino tienen más presentes los ecosistemas de su lugar de nacimiento. Aquí, el enfoque de nuestros talleres es más social; tenemos que fortalecer el tejido social y explicarles que, si no cuidan su entorno, les afectará en la parte económica, porque como entre 80 y 90 por ciento de ellos se dedica a la pesquería, su bienestar depende de mantener la cantidad y calidad de agua de la laguna de Yalahau”.
“En Holbox encontramos que la mitad de la población es oriunda del lugar, y esta misma siente apropiación de su entorno natural y a diferencia de Chiquilá y Solferino tiene un liderazgo fuerte en temas de conservación. La gente se une cuando se presenta alguna problemática económica, social o ambiental. Sin embargo, la otra mitad de los habitantes, al provenir de diferentes Estados del país o ser extranjeros que llegaron a establecer negocios o construir hoteles tienen un contexto cultural diferente. Y conocer esta información es útil para determinar de dónde partir y cómo actuar en cada una de ellas”, recalca Alejandro.
Citando de nuevo a Solferino como ejemplo, Alejandro comenta que ahí trabajan de la mano con las escuelas; les fue más fácil explicarles a las personas el tema de separación de residuos, la importancia de preservar el agua y cómo la instalación de biodigestores es básica para evitar la contaminación del pozo de donde se abastecen de agua dulce.
En Holbox, CDA se enfocó en trabajar con la asociación de hoteleros y al igual que con el Ayuntamiento de Lázaro Cárdenas firmaron un convenio para motivar las buenas prácticas para la gestión correcta del agua y los residuos sólidos.
Entre otros resultados importantes de este segundo proyecto, Alejandro menciona lo siguiente:
-
- Se obtuvo el diagnóstico de la calidad del agua de la laguna de Yalahau, a través del monitoreo de 30 sitios durante tres temporadas climáticas, el cual corroboró que tiene tendencia a la eutroficación (la cantidad de nutrientes está elevada derivado de la descarga de aguas negras directas que recibe y la contaminación por la mala disposición de los residuos sólidos).
- Se presentó el resultado del diagnóstico científico de la calidad de agua de la laguna a las autoridades municipales y a la Comisión Nacional de Agua y se les pidió generar compromisos de acción a sus representantes, porque, de no contrarrestar la situación, habrá pérdidas en la calidad de vida de los habitantes de las comunidades, de los ecosistemas asociados y en consecuencia esto afectará la economía del municipio.
- Se instalaron 30 biodigestores en Solferino -con fondos de contrapartida- con los cuales se evitará que cada vivienda donde se instaló uno, descargue mil litros diarios de aguas negras directamente al acuífero.
- Se instalaron islas de separación de residuos (una en Chiquilá y dos en Solferino) junto con pósteres que indican cómo separarlos y en qué color de contenedor depositarlos. A la fecha estos contenedores siguen en funcionamiento.
- Se hizo un análisis de los sectores económicos de las localidades estudiadas y de las principales actividades económicas que producen aguas negras y residuales. Con esta información se desarrollaron los talleres de capacitación enfocados en fomentar buenas prácticas ambientales entre habitantes en general, pescadores y hoteleros. Se les enseñó, entre otras cosas, cómo evitar la descarga de aguas negras directamente al acuífero o a la laguna y las alternativas para la correcta disposición final de las baterías inservibles de las lanchas, en lugar de que estas terminen en la laguna.
- Se realizó el diagnóstico de la tendencia de apropiación de los recursos naturales en las comunidades de estudio.
- Se trabajó en alianza con la empresa Ecología y Compromiso Empresarial (ECOCE, A. C.) para que visiten Solferino cada dos meses y las personas de esta comunidad canjeen los materiales reciclables que producen por productos para su despensa. Esto ha ayudado a fomentar la economía circular en el corto plazo, en lo que se avanza con la gestión de residuos sólidos por parte de la municipalidad.
- Se produjeron materiales de comunicación/educación ambiental, entre ellos infografías y spots de radio sobre el manejo adecuado de residuos sólidos, cómo evitar la contaminación de la laguna y sobre la importancia de preservar los ecosistemas.
¿Cuál es el valor de los servicios que provee la Laguna Yalahau?
En el tercer proyecto, el cual aún está en ejecución, el primer objetivo es realizar la valoración económica de los servicios hidrológicos de la Laguna Yalahau como herramienta para la gestión integral del agua. Los resultados aún están en proceso de análisis.
Sin embargo, según comentó Sandra Patiño, el trabajo ya va avanzado: se recopiló la información que servirá para sustentar el valor económico por medio de consulta de fuentes bibliográficas, entrevistas a actores clave, revisión de precios de mercado, obtención de datos de ingresos turísticos por avistamiento del tiburón ballena, análisis de precios de hospedaje, y encuestas a pescadores para conocer cómo ven las pesquerías y cuáles son sus amenazas.
Alejandro comenta que un aspecto vital para obtener la participación del sector económico de las comunidades fue explicarles a sus representantes que la calidad del agua de la laguna de Yalahau afecta a las especies de flora y fauna que sustenta. Si la calidad del agua es buena, su derrama económica es de ‘X’ pesos mexicanos. Sin embargo, si es mala, y en consecuencia se deterioran o desaparecen los manglares, las aves y otras especies, sus pérdidas económicas ascenderán a ‘X’ pesos mexicanos.
Sandra añade que los servicios ecosistémicos que provee la laguna y en los que se enfocó su trabajo con CDA son calidad de agua, turismo, pesquerías y bonos de carbono azul.
El segundo objetivo, indica Alejandro, es fortalecer la capacidad de los pobladores y de miembros de cooperativas pesqueras para mejorar la calidad del agua con el uso de ecotecnias, es decir, con herramientas tecnológicas que generan equilibrio entre los modos de vida de las personas y la naturaleza.
Estas tecnologías van desde sistemas de captación de lluvia (SCALL), trenes de recolección y tratamiento de residuos, baños secos, humedales superficiales, huertos elevados y lavaderos con tratamiento de aguas grises.
Charla informativa sobre las ecotecnias disponibles para tratar el agua.
Foto: CDA
Durante la feria de ecotecnias, colaboradores de CDA explicaron a los asistentes las opciones disponibles para el almacenaje y tratamiento de agua en sus comunidades.
Foto: CDA
Alejandro comenta que en una escuela de Holbox instalarán un SCALL y que en Chiquilá ya se han instalado dos en dos cooperativas pesqueras, las cuales almacenarán 10 mil litros de agua, cantidad que permitirá a los pescadores no depender del suministro de agua del Estado y tener agua de mejor calidad para sus actividades diarias y para lavar el pescado. Además, ahorrarán unos 10 mil pesos mexicanos mensuales en pago de agua y reducirán la presión de extracción de agua del acuífero.
Con el apoyo financiero de MAR Fund se logró en este tercer proyecto adquirir los SCALL; contratar al consultor de la Universidad Autónoma Metropolitana para que efectúe la valoración económica descrita; facilitar los talleres de ecotecnias y la primera feria de ecotecnologías en la que participaron más de 50 pescadores.
Escuela donde se instaló un SCALL.
Foto: CDA
Satisfecho con los resultados de estos proyectos, Alejandro comenta que con sus colegas de CDA ya están planeando la propuesta que presentarán a MAR Fund para que los apoye con financiamiento para dar continuidad a los esfuerzos anteriores.
La meta sería instalar más biodigestores e islas de clasificación de residuos sólidos, trabajar con los pescadores en el manejo de los residuos sólidos in situ, construir un humedal para tratar aguas grises y apoyar a los pescadores en implementar una adecuada cadena de frío, porque necesitan mucho hielo para conservar el pescado, añaden Alejandro y Sandra.
Mientras tanto, la educación ambiental que han recibido los habitantes de estas tres comunidades está permeando gradualmente y CDA espera que la información y las buenas prácticas ambientales que les han compartido sigan contribuyendo a mejorar su calidad de vida y la de los ecosistemas de la Península.