Cambio climático: ¿adaptarse o sucumbir? Casos exitosos de algunas comunidades del Caribe guatemalteco
Por Lucy Calderón
Habitantes de las comunidades de Quineles, El Quetzalito, La Graciosa y Cabo Tres Puntas en el departamento de Izabal, Guatemala, participaron en talleres y cursos de capacitación en los que además de aprender qué es el cambio climático, identificaron las mejores formas de adaptarse a este para mejorar su calidad de vida.
El fortalecimiento de las capacidades agrícolas y la seguridad alimentaria y nutricional de las familias beneficiarias fue posible a través del proyecto “Estrategias de adaptación ante el cambio climático en cuatro comunidades del Refugio de Vida Silvestre Punta de Manabique”, el cual implementó Fundación Mundo Azul, con el apoyo financiero del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, por sus siglas en inglés), a través del Programa de Pequeñas Donaciones, en su 10ª. convocatoria. El proyecto comenzó en abril de 2018 y terminó en junio del presente año.
Comunidades altamente vulnerables
Quineles y El Quetzalito son comunidades agrícolas y pescadoras que, al estar situadas cerca del río Motagua, reciben todos los desechos sólidos que llegan al cuerpo de agua desde otros departamentos del país.
Mientras, La Graciosa y Cabo Tres Puntas, ubicadas a orillas del mar, son susceptibles a inundaciones, a pérdida de zona costera y, en época de verano, a intensas sequías.
Esas situaciones climáticas y sociales, que a su vez repercuten en la economía de dichas localidades, fueron las principales razones para seleccionarlas y apoyarlas a mejorar sus condiciones de vida.
Según comenta la acuicultora Marielos Rosales, coordinadora de educación ambiental en la Fundación Mundo Azul, el primer paso en la ejecución del proyecto citado consistió en contactar a los líderes de los Consejos Comunitarios de Desarrollo (COCODE) para que otorgaran la autorización de trabajar en las localidades que representan. Luego, se efectúo una asamblea comunitaria para explicar a las autoridades y a la población los propósitos del proyecto.
El trabajo consistió en capacitar a la gente en temas de cambio climático, las problemáticas que puede causar y los riesgos e impactos para las comunidades costeras. Pero debido al desconocimiento de la temática, iniciar las capacitaciones no fue fácil; las comunidades seleccionadas creyeron que el tema no era prioritario para ellas. Sin embargo, conforme se les explicó sobre la crisis climática actual y cómo esta se relaciona con sus necesidades básicas insatisfechas, sumado a lo vulnerable que son ante sus efectos, las cuatro comunidades aceptaron participar.
Los talleres fueron cuatro por comunidad: I. Introducción al cambio climático, II. Impactos del cambio climático, III. Acciones frente al cambio climático y IV. Reducción de riesgo a desastre y resiliencia. En estos participaron 40 personas, 10 por cada comunidad. La adherencia fue voluntaria, lo que indica que quienes asistieron, consideraron oportuno conocer el tema y contribuir a replicar el mensaje recibido. A pesar de que la Fundación Mundo Azul promovió la participación tanto de hombres como de mujeres, se involucraron más hombres, refiere Rosales.
En el salón comunal de El Quetzalito se efectuó el taller sobre qué son los gases de efecto invernadero. Foto: Fundación Mundo Azul.
Habitantes de La Graciosa aprenden sobre impactos del cambio climático. Foto: Fundación Mundo Azul.
Participación de habitantes de Cabo Tres Puntas en talleres sobre cambio climático. Foto: Fundación Mundo Azul.
Luego de los talleres sobre cambio climático, siguieron los diagnósticos participativos de las cuatro comunidades. Esta actividad permitió que los asistentes dibujaran el mapa de su comunidad para visualizar sus fortalezas, amenazas, medios de vida y los elementos de conservación con los que cuentan.
Al tener el panorama del lugar en el que viven, procedieron a realizar el análisis de qué medidas de adaptación podrían implementar y por qué, explica Rosales.
Por razones ajenas a Mundo Azul, los habitantes de la comunidad de Cabo Tres Puntas no terminaron su participación en el proyecto.
En La Graciosa se elaboró el mapa comunitario para la identificación de amenazas, riesgos y elementos de conservación. Foto: Fundación Mundo Azul.
En Quineles se realizó una matriz de evaluación de la vulnerabilidad al cambio climático, de sus medios de vida y los recursos del área. Foto: Fundación Mundo Azul.
Quineles le apuesta a huertos frutales y hortícolas
Debido a la experiencia de los habitantes de Quineles en el establecimiento de huertos familiares, se decidió realizar un huerto a largo plazo con árboles frutales y hortalizas con mayor esperanza de vida y más productividad. Para determinar qué árboles eran los indicados y cumplían con estas condiciones, recibieron la asesoría técnica del ingeniero agrónomo Juan Mata. Él les sugirió sembrar árboles de aguacate, nance, chico, mazapán y rambután.
Entrega de árboles frutales a los beneficiarios. De derecha a izquierda: Miguel Ángel López, presidente del COCODE de Quineles Antonio González; Jorge Roberto Salguero y Manuel Fuentes. Foto: Fundación Mundo Azul.
En el área hortícola, la asesoría sobre las especies a utilizar, se las otorgaron los técnicos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) de Puerto Barrios.
Rosales cuenta que entre las lecciones aprendidas por los agricultores está que, en lugar de semillas, y sobre todo en época de verano, lo mejor es emplear pilones, los cuales deben ser plantados en el campo definitivo durante la temporada de lluvias.
A los agricultores también se les enseñó a preparar fertilizante orgánico, a alternar fechas de siembra y a usar variedades de maíz más resistentes a la época seca.
Técnicos del MAGA (todos con gorra) entregan a vecinos de Quineles, pilones de pepino, berenjena, hierba mora, tomate, chile pimiento y chile jalapeño para huertos familiares. Foto: Fundación Mundo Azul.
A la fecha, los participantes ya cosecharon pepinos, chiles dulces, jalapeños, hierba mora y berenjena.
Según relata Rosales, los productos de sus cosechas los emplean para autoconsumo y para comercializarlos en El Quetzalito u Honduras, sitios a donde se les facilita movilizarse.
La señora Febe Hernández cosecha pepinos y tomates en su huerto familiar. Foto: Fundación Mundo Azul.
El Quetzalito se enfoca en el cultivo de maíz
Los principales medios de vida en El Quetzalito son la pesca y la agricultura, y cuando hay veda, las personas se dedican a sembrar granos básicos. Por eso, la implementación de buenas prácticas agrícolas enfocadas en el maíz fue la estrategia de adaptación que esta comunidad identificó para su beneficio.
Profesionales del MAGA instruyeron a la comunidad en técnicas para mejorar la calidad de las tierras, explicándole nuevas formas de sembrar el maíz y cómo dar mantenimiento a las plantaciones. Los participantes del proyecto recibieron del Instituto Internacional de Cooperación para la Agricultura (IICA) un manual para el cultivo de maíz en la región norte de Guatemala; mientras que el personal de la empresa AGROCENTRO les enseñó cómo combatir plagas. Para este propósito, los agricultores hicieron una parcela demostrativa en la que se sembraron tres variedades de maíz para evaluar rendimiento y resistencia a plagas.
Josué Ayala supervisa una parcela demostrativa en la que sembró la variedad de maíz HS-5G. Foto: Fundación Mundo Azul.
Manual compartido a la comunidad para el cultivo de maíz en la región norte de Guatemala, elaborado por IICA. Foto: Fundación Mundo Azul.
La Graciosa diversifica sus medios de vida
Las principales actividades económicas de La Graciosa son la pesca y la producción de carbón en época de verano. Esta última práctica es regulada por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP).
Sin embargo, la captura de peces ha disminuido gradualmente en el área, por lo tanto, los pescadores requieren adentrarse más en el mar con sus lanchas para realizar sus faenas de pesca: el consumo mayor de combustible y su elevado precio les dificulta su sostenibilidad.
Por tal motivo, las personas de esta comunidad identificaron como estrategia de adaptación al cambio climático, dedicarse a la producción de especies menores (aves de traspatio). De esta manera, podrán obtener carne y huevos para su consumo y también para vender.
Para este proyecto, los comunitarios establecieron criar aves de cuello desnudo, las denominadas “pelucas”, una especie que da ventaja por su alta resistencia a enfermedades y a la temperatura variable del lugar. Cada familia que participó en el proyecto recibió 12 aves; 10 hembras y 2 machos. Estas las entregó CREIDEAS, empresa que también ofreció la capacitación del cuidado y vacunación que estos animales necesitan.
Carlos Argueta de CREIDEAS (con chaleco azul) entrega las gallinas de cuello desnudo a Sebastián Yaxcal, Presidente del COCODE de La Graciosa. También recibieron aves de traspatio Leonardo y Zoila Choc. Foto: Fundación Mundo Azul.
Andrea Marroquín -primera a la izquierda- aprende cómo vacunar a las aves de traspatio. La ayuda Marielos Rosales de Fundación Mundo Azul.
Cierre exitoso
Rosales explica que los fondos que MAR Fund otorgó para este proyecto de adaptación al cambio climático en las cuatro comunidades del Refugio de Vida Silvestre Punta de Manabique contribuyeron a ejecutar las estrategias identificadas en tres de cuatro localidades.
A criterio de Rosales, uno de los principales logros fue que la gente involucrada comprendió que además de infraestructura para recibir atención en educación y salud, también son importantes las acciones encaminadas a cuidar y mejorar su entorno y sus medios de vida.
Las comunidades se comprometieron a mantener vivas sus estrategias de adaptación y, durante el taller de intercambio de experiencias y cierre del proyecto, el cual se celebró en Puerto Barrios durante junio 2019, todos los asistentes participaron de forma muy activa e inspiradora.