Protejamos a los migratorios centinelas del planeta
Por Lucy Calderón
Las tortugas marinas llevan millones de años en la Tierra y saber que en las últimas seis décadas y debido a actividades realizadas por el hombre están en peligro de extinción, es lo que llevó a Melania Cecilia López Castro a especializarse en su estudio. Ella quiere conocer las causas de la situación actual de estos reptiles y tratar de ofrecer soluciones.
Las tortugas marinas son especies centinelas, es decir, que según el estado de salud en el que se encuentren, reflejan las condiciones del ambiente donde viven.
También son transportadoras de nutrientes y de otros organismos, como crustáceos, que las usan para movilizarse de un sitio a otro, comenta Melania, bióloga marina, con un doctorado en zoología y coordinadora del Programa para la Conservación de la Tortuga Marina de la asociación civil Pronatura Península de Yucatán (PPY), en México.
Además, debido a que se alimentan de pastos marinos y esponjas, las tortugas marinas contribuyen a controlar esas especies en cantidad y calidad; si las esponjas de mar crecieran de forma desmedida, causarían graves daños a los arrecifes de coral.
Por todos los servicios que estos animales aportan en beneficio de su hábitat y de las personas que también dependemos de mares y océanos, Melania se propuso emplearlas como las especies indicadoras que son para construir una línea base acerca de las condiciones ambientales de los espacios donde viven y del uso que hacen los ejemplares juveniles y adultos de las zonas de alimentación.
“Monitoreo de hábitats marinos críticos de alimentación e inter-anidación de tortugas marinas en Yum Balam”, es el nombre del proyecto de investigación científica que Melania y el equipo de PPY efectuó con el apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, en inglés), en su novena convocatoria (junio 2017-junio 2018).
Tortuga carey (Eretmochelys imbricata) Foto: Grant Thomas/The Ocean Agency
Retos e importancia de efectuar monitoreos marinos
En cuanto nacen y salen de su cascarón, las tortugas marinas bebés empiezan su camino hacia el mar. Las que logran adentrarse en el agua permanecen en zonas oceánicas entre 10 y 12 años, para luego migrar a zonas costeras de alimentación. En dichas áreas se mantienen otros 10 o 15 años, hasta que, según la especie, alcanzan su madurez sexual. Después, se movilizan hacia zonas de inter-anidación y de anidación.
Cría de Tortuga blanca (Chelonia mydas). Foto: The Ocean Agency
Según explica Melania, las tortugas marinas son organismos altamente migratorios que ocupan diferentes ambientes en las distintas etapas de su vida, la cual en un 99 por ciento transcurre en el agua.
A pesar de esto, en el mundo existen pocos estudios de sus hábitats marinos. La mayoría de investigadores se enfoca en áreas terrestres de anidación, porque por logística es más fácil trabajar en zonas costeras.
Por eso, ella y sus compañeros de trabajo decidieron atreverse y realizar monitoreos en la zona marina del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, en la Península de Yucatán.
Tortuga carey (Eretmochelys imbricata) Foto: Jayne Jenkins/The Ocean Agency
Su primera experiencia la tuvieron en 2016, también apoyados por MAR Fund, y consistió en determinar si había relación entre los parches de sargazo que hay en Yum Balam y las tortugas bebés, es decir, si ellas los usaban como refugio. Como no encontraron ninguna relación –quizás porque ese año hubo poco sargazo en la zona o las tortugas bebés fueron arrastradas por corrientes costeras-, Melania y su equipo decidieron reestructurar su propuesta de investigación.
Para la novena convocatoria a pequeños proyectos que lanzó MAR Fund en julio 2016, enviaron la propuesta citada, la cual además de estudiar hábitats de alimentación de tortugas juveniles, se enfoca en áreas de inter-anidación de ejemplares adultos y la vulnerabilidad de la Isla Grande de Holbox ante inundaciones.
Las zonas de inter-anidación son zonas marinas donde ocurre el apareamiento y cópula de los adultos, por lo que un gran número de individuos se congrega en estas zonas antes y durante la época de anidación; las hembras son las únicas que salen a la playa para desovar y prefieren hacerlo en playas con nula o poca alteración humana.
Según indica Melania, existe una presión muy fuerte de desarrollo turístico en la zona, porque en algún momento se consideró la construcción de palafitos en el agua frente a la zona de anidación, pero sin que existan los estudios oceanográficos que permitieran determinar si es viable que este tipo de construcciones se lleven a cabo. “La isla además de ser prístina, es una isla de barrera contra eventos naturales extremos, por lo que es importante conocer su vulnerabilidad frente a erosiones o inundaciones; y si hay algún tipo específico de construcción que pueda dañarla a gran escala”.
Para determinar la vulnerabilidad de la isla, contaron con la colaboración del Dr. Ismael Mariño, quien es el responsable del Laboratorio de Procesos Costeros y Oceanografía Física del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV), y su equipo de trabajo.
Investigadores del Laboratorio de Procesos Costeros y Oceanografía Física del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) realizando la batimetría de la ensenada, de la conocida como Isla Grande en Yum Balam. Foto: Marissel Frías
Para efectuar el proyecto, el primer paso fue conseguir una embarcación y su respectivo capitán de navegación; los investigadores aprendieron sobre la marcha a capturar manualmente a las tortugas marinas a estudiar; usaron cintas métricas, básculas y la tradicional libreta de campo para hacer las respectivas anotaciones.
Melania y colaboradores no usaron redes para atrapar a las tortugas, porque además de que no son expertos en su uso, si estas no son revisadas a intervalos cortos de tiempo, podrían causar más daño que beneficio. “Si las tortugas atrapadas con una red se estresan y uno no sabe cómo manipularlas, ellas pueden enredarse y en 30 minutos morir ahogadas”, comenta Melania.
Por eso, optaron por atar una tabla detrás de la lancha, a la cual iban sujetos dos observadores. Durante el recorrido, ellos miraban el fondo del agua en busca de tortugas y si veían alguna, se sumergían, la atrapaban y la subían a la embarcación, donde la medían, pesaban y marcaban para después estimar su condición de salud.
Las tortugas capturadas eran pesadas y marcadas según protocolos de investigación. Foto: Pronatura Península de Yucatán, A.C
Las tortugas también fueron marcadas. Foto: Pronatura Península de Yucatán, A.C.
Duración del trabajo de campo
El monitoreo marino inició en junio de 2017 y solo hicieron cinco salidas durante el tiempo que duró el estudio. Todo dependió del oleaje y la turbidez del agua.
Los recorridos los efectuaron entre 6 de la mañana y 2 de la tarde, porque temprano en las mañanas las tortugas buscan la superficie para calentarse o bien se encuentran buscando comida. Además, es cuando se tiene una mejor luz para ubicar a las tortugas bajo el agua y cuando el calor es menos intenso para los investigadores.
En cada recorrido iban de cuatro a cinco personas: el capitán de la embarcación, dos estudiantes del nivel de licenciatura que participaron como parte de sus prácticas de graduación; y Melania o el biólogo marino Miguel Batún, también responsable del proyecto.
Según explica Melania, el apoyo de MAR Fund sirvió para cubrir los gastos del trabajo de campo, tales como la compra de la gasolina, el pago de la embarcación, del salario del capitán, de los investigadores y los estudios de batimetría y topografía.
Investigador haciendo perfiles de playa con un GPS diferencial (topografía). Foto: Pronatura Península de Yucatán, A.C.
La topografía mide los cambios de nivel del terreno, en este caso la playa. Foto: Pronatura Península de Yucatán, A.C.
Principales hallazgos del monitoreo marino
En la zona conocida como Los Cuevones, última parada del tour para conocer al tiburón ballena (Rhincodon typus), los investigadores, durante sus visitas de campo, encontraron mucha basura. Los Cuevones es una zona de comunidades arrecifales, situada al nor-este del área protegida.
En ese punto, los turistas se olvidan de las reglas del turismo de observación de fauna marina, se quitan los chalecos, se lanzan al agua, lastiman los corales y dejan basura por doquier. Las embarcaciones turísticas también están afectando los pastos marinos y su calidad se está deteriorando.
Además, las tortugas que hay en ese sitio están viendo alterados sus medios de vida, porque en lugar de salir a buscar alimento, están a la espera de su botana: los desperdicios de pescado que los turistas les lanzan.
Otra situación que sorprendió a los científicos es haber encontrado a tortugas jóvenes con múltiples tumores benignos causados por la fibropapilomatosis, una enfermedad causada por un virus de la familia Papovaviridae. Según la literatura al respecto, este padecimiento ocurre cuando el animal tiene su sistema de defensas en nivel bajo y solo si se asocia con infecciones bacterianas podría provocarles la muerte.
Tortuga marina juvenil con fibropapilomatosis. Foto: Pronatura Península de Yucatán A.C.
Zona ampliada tortuga marina juvenil con fibropapilomatosis. Foto: Pronatura Península de Yucatán A.C.
En cuanto a los hallazgos relacionados con los objetivos de la investigación se puede mencionar que de las cinco especies de tortugas marinas que visitan la Península de Yucatán: Tortuga carey (Eretmochelys imbricata); Tortuga blanca (Chelonia mydas; Tortuga laúd (Dermochelys coriacea); Tortuga amarilla (Caretta caretta); y Tortuga lora (Lepidochelys kempii), solo la blanca y carey se observaron alimentándose en las tres zonas supervisadas.
Las que llegan a anidar cada año son la carey y la blanca y ocasionalmente la amarilla y la laúd; durante el trabajo de campo solo se pudo capturar cuatro ejemplares juveniles: 3 tortugas blancas y 1 tortuga carey. Las tallas de las tortugas blancas fueron 35.3, 52 y 65 cms. de largo curvo del caparazón (LCCmin). La tortuga carey midió 54.5 cm LCCmin. A excepción de la tortuga blanca con fibropapiloma (la de talla más pequeña), las tortugas marinas mostraron un buen índice de condición que las clasifica como saludables. Esto indica que los hábitats de alimentación que usan en Yum Balam, principalmente zonas de pastos marinos, se encuentran también en buena condición.
¿Cuál es el siguiente paso?
El informe sobre los resultados obtenidos en este estudio ya fue entregado a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de México (CONANP).
Sin embargo, de acuerdo con Melania, es conveniente darle seguimiento y continuidad a la investigación para saber cómo manejar el área protegida, ya que además de ser una zona importante de anidación, también lo es para la alimentación de tortugas marinas jóvenes; y hace falta establecer los patrones de conectividad entre otras zonas de alimentación y anidación. “Recordemos que las tortugas son altamente migratorias y se mueven grandes distancias entre los diversos hábitats que ocupan”, añade.
Dar seguimiento también permite construir bases de datos que en los próximos años facilitarían efectuar análisis comparativos y determinar si el ambiente cambió y cómo, para de esta manera apoyar medidas que restrinjan la proliferación de proyectos de obra gris; o bien para impulsar otras estrategias de conservación y protección de las zonas críticas de desarrollo de las tortugas marinas.
“Lograr que todas las personas comprendan nuestra conexión con la naturaleza es un reto, pero debe trabajarse para que cada día más y más gente entienda que cuando se daña a un organismo o su hábitat, la función ecológica que este cumple de alguna manera nos impactará”, señala Melania
Y a los futuros investigadores o a quienes ya están en la jugada, Melania les recomienda ser pacientes. “A veces las cosas no salen como uno planea, pero hay que trazarse metas y tratar de cumplirlas. Mantenerse actualizado también es importante. Cada año se produce información que desconocíamos o que pone en duda lo que creíamos saber. Así que debemos leer sobre todas las ciencias relacionadas con nuestro campo de acción, para tener una visión integral”, concluye la investigadora.
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