Verdes y sorprendentes paisajes bajo el agua
Por Lucy Calderón
“Son ecosistemas increíbles, porque parecen sencillos pero en realidad son mucho más complejos de lo que se cree. A simple vista, usted no les ve el valor que tienen, sin embargo, a medida que los estudia se enamora más de ellos”.
Así describe la bióloga hondureña Arlene Esther Rodríguez, su pasión por el estudio de los pastos marinos, plantas que se encuentran sumergidas en el agua fijándose a diferentes tipos de sustratos y cuya rica biodiversidad la tiene impresionada.
“Hay que tener el ojo entrenado para detectar a los organismos que viven por encima y debajo de las hojas, así como en los sedimentos. He visto rayas (Urobatis sp.); pepinos de mar (Isostichopus sp.), esponjas (no identificadas), y anémonas de dos milímetros (Batholomea annulata y Condylactis gigantea) que viven sobre las hojas entre muchos otros moluscos, añade la docente e investigadora del Centro Universitario Regional de La Atlántida en Honduras (CURLA).
Tal es su atracción por el conocimiento de estas plantas, de las que en el Caribe predomina la especie Thalassia testudinum, conocida comúnmente como hierba de tortuga, que Arlene junto con tres colegas del Departamento de Biología del CURLA, elaboraron una propuesta de investigación que en 2017 participó y salió favorecida en la novena convocatoria del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (Fondo SAM).
Caracterización y Valoración de Pastos Marinos del Área Marina Protegida del Refugio de Vida Silvestre Laguna de Guaimoreto es el nombre del proyecto que obtuvo el financiamiento del Fondo SAM, y el cual Arlene considera como la continuación de otro gestionado en años anteriores por la co-manejadora del refugio de Guaimoreto: la Fundación para la Protección de Capiro Calentura y Laguna Guaimoreto (FUCAGUA), donde el CURLA fungió como su brazo técnico.
En esta nueva etapa a cargo de Arlene y apoyada por el Fondo SAM, participa un equipo multidisciplinario de 12 personas, entre profesionales de los Departamentos de Matemáticas, Química y Suelos, de las carreras de Administración de Empresas y Ecoturismo, con el apoyo de la oficina de Vinculación del CURLA.
Efectivos captadores de carbono azul
Los pastos marinos son el hogar de gran diversidad de especies acuáticas, que durante las primeras etapas de sus vidas se esconden entre las hojas y raíces de la vegetación para librarse de los depredadores y cuando alcanzan la madurez necesaria migran hacia los arrecifes de coral o al mar abierto.
También filtran las escorrentías que llegan a las costas y tienen gran capacidad de absorción de carbono azul, como se le denomina al carbono captado por los océanos y todos los ecosistemas costeros. Pueden atrapar carbono tanto de la atmósfera como del agua y tierra firme, con lo cual contribuyen grandemente a la mitigación del cambio climático.
Para determinar la fijación de carbono de los pastos marinos y en específico de la Thalassia testudinum, la especie con mayor presencia en el Refugio de Vida Silvestre Laguna de Guaimoreto, los investigadores del CURLA trabajan en el diseño y validación de los protocolos respectivos; uno para estimar la capacidad de secuestro de carbono presente en las hojas, raíces y rizomas (biomasa) y otro para los sedimentos.
La densidad y biodiversidad que habita en ese pasto marino caribeño fundamental en la dieta de la tortuga verde (Chelonia mydas) también serán estudiadas y un tercer protocolo se está desarrollando para alcanzar ese objetivo.
Proteger al banco de estrellas
Como parte de la evaluación de la pradera marina de la zona protegida de Guaimoreto, también se pretende establecer la línea base o guía para el estudio de la población de estrellas de mar o estrellas cojín (Oreaster reticulatus) que hay en los bancos de arena del lugar, las cuales están siendo sacadas del agua por los turistas para tomarse fotografías; y por los habitantes de las comunidades cercanas para disecarlas y venderlas como artesanías.
Para disminuir el impacto que puedan estar ocasionando esas prácticas con las estrellas de mar, los investigadores del CURLA han establecido una positiva alianza con el gobierno municipal de la localidad, el cual está incluyendo normativas en su reglamento para prohibir que las manipulen y extraigan de su hábitat. Las autoridades municipales mandaron colocar carteles de información y advertencia en la zona y establecieron multas. Si es la primera vez que se transgrede la ley, la multa equivale a un salario mínimo (8,910.71 lempiras, unos US$376) y si se es reincidente, a tres salarios mínimos.
Otra de las formas en que se hará conciencia en la población para evitar la problemática es a través de diversos talleres. Uno de generación de ideas de negocio y manejo del dinero, el cual será impartido a un grupo de 25 personas, entre ellos operadores turísticos, miembros de la cámara de turismo y dueños de tiendas de souvenirs o recuerdos.
Habrá un taller de buenas prácticas turísticas dirigido a 25 estudiantes de bachillerato y se realizará una réplica orientada a 25 prestadores de servicios turísticos.
También se organizará un taller de artesanías para 10 personas, a quienes se les enseñará a trabajar bisutería, elaborar llaveros y otros productos hechos con materiales de la zona. A ellos se les entregará un kit de herramientas para este tipo de manualidades. Se espera que ambas actividades tengan continuidad con el apoyo del gobierno municipal y del centro universitario.
¿De dónde vienen?
El segundo componente del proyecto es el social, el cual coordina Arlene y desarrollan los docentes de la carrera de Ecoturismo: Orly Peralta y Vilma Canales. Este consiste en la actualización del plan de uso público del área protegida, a través de la validación de un formulario o sistema de registro de visitantes que les permita saber su procedencia, edad, qué actividades efectúan y les gustaría realizar durante su permanencia en el área, así como cuánto dinero y tiempo invierten en su estadía, todo con el objetivo de desarrollar la zona de una manera sostenible.
Apoyo y alianzas, clave del éxito
El principal reto que Arlene y colaboradores han enfrentado para realizar su trabajo de investigación es la carencia de equipo de laboratorio para efectuar los análisis de sus muestras de campo.
Sin embargo, con el aporte financiero que obtuvieron del Fondo SAM, además de costear la logística para las giras de recolección de datos, han adquirido dos nucleadores: uno para extracción de biomasa y otro para recolectar sedimento; equipo de polea para extracción de muestras, bandejas, bolsas con sistema cierra fácil, bolsas de papel para secado, jeringas, cuatro cámaras fotográficas acuáticas, cuatro equipos completos de buceo y equipo para monitorear pastos marinos. Además, están en proceso de compra de reactivos para el análisis del sedimento, y todo el equipo servirá para el diseño y validación del protocolo de secuestro de carbono en los pastos marinos.
Otro valioso apoyo que han recibido es de la Fuerza Naval de Honduras, que les ha facilitado embarcaciones, llenado de tanques de buceo y la colaboración de dos buzos para llevar a cabo el muestreo de campo. FUCAGUA también les ha ayudado con equipo de buceo.
Además se han asesorado y aprendido de otros investigadores y de los integrantes de una consultora guatemalteca, quienes han trabajado estudios similares en el ecosistema manglar.
Pero la experiencia que Arlene siempre guardará en su memoria y que la motiva a seguir adelante es el estado de asombro y emoción que experimentaron unos pescadores –que curiosamente no sabían nadar- y unos operadores de turismo a quienes les facilitaron equipo de snorkel y chalecos salvavidas para que se sumergieran en la pradera marina y admiraran el sorprendente y verde paisaje que hay debajo del agua.
Cuando esas personas salieron a la superficie, con inolvidable sorpresa decían “vi esto”, “vi lo otro”, “¿qué era?”. Y muchos de los que participaron en esa actividad realizada durante la primera etapa gestionada por FUCAGUA, se sintieron tan maravillados con el mundo acuático que observaron, que a la fecha están con algunas de las tareas que requiere el sistema de visitantes de la Laguna de Guaimoreto. De ahí que Arlene se sienta muy identificada con una frase que reza: “para valorar y conservar, hay que conocer”.
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