Exitosos restauradores de arrecifes
Por Lucy Calderón
Todos los procesos biológicos que ocurren en la naturaleza son asombrosos y comprender cómo acontece la vida en un arrecife es igual de impresionante.
Por eso, para la bióloga Gabriela Nava, ver crecer las colonias de coral que desde hace varios años comenzó a trasplantar en distintos puntos del Caribe mexicano, con el fin de restaurar arrecifes dañados, “es como ver crecer a un hijo: sorprendente y mágico”.
A Gabriela le encanta el mar y cada vez que confirma cómo están funcionando las técnicas que, junto con su compañero Miguel García Salgado desarrollaron para recuperar áreas coralinas degradadas, se motiva aún más para seguir trabajando en favor del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM).
La pasión de Miguel y Gabriela por los arrecifes los llevó a fundar hace 12 años, Oceanus A.C., una organización generadora de información y estrategias para la conservación de los recursos naturales, promotora de la participación ciudadana, entre las instituciones y las comunidades.
Miguel y Gabriela previo a lanzarse al mar y revisar cómo va el crecimiento de corales en los sitios donde trabajan. Foto: Oceanus, A.C.
En los inicios de su organización, desarrollaron un taller y un manual sobre cómo atender los encallamientos en arrecifes de Veracruz; también elaboraron guías para el monitoreo de peces y corales en el SAM. Pero al darse cuenta de que además de los sitios de encallamientos, había muchos otros lugares donde los arrecifes estaban siendo afectados sin recibir ninguna atención, decidieron que era momento de actuar y contribuir a remediar la situación.
Así fue como comenzaron a experimentar técnicas de restauración, de establecimiento de viveros, de rescate de sitios impactados y se convirtieron en los primeros biólogos mexicanos en tener un Programa de Restauración de Arrecifes.
A la fecha llevan unas 50 mil colonias de coral trasplantadas; han sido invitados a compartir su experiencia y técnicas a nivel local e internacional y también han recibido apoyo de instituciones como el Fondo para el Sistema Arrecifal Mesoamericano (MAR Fund, por sus siglas en inglés) para llevar a cabo sus proyectos de restauración.
La propuesta más reciente por la que obtuvieron apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones de MAR Fund, en su novena convocatoria se titula: “Programa de rescate y restauración de corales con participación comunitaria en los arrecifes de Cozumel”.
Cuando los arrecifes empiezan a recuperarse también lo hacen las poblaciones de peces. Foto: Oceanus, A.C.
Paciencia, todo lleva tiempo
El primer paso para rescatar un arrecife es contar con los fondos necesarios para evaluar los sitios susceptibles de restauración, las zonas donadoras, la factibilidad de instalar viveros y hacer los trasplantes.
También hay que identificar a los posibles socios locales a quienes se debe capacitar, para que puedan dar seguimiento al proyecto y hacerlo sostenible. Este proceso lleva un año y fue para su implementación que sirvieron los fondos otorgados por MAR Fund.
Sin embargo, para denominar exitoso un programa de restauración deben transcurrir entre cinco y diez años, tiempo en el que podrán apreciarse los resultados, comenta Gabriela.
Aunque ella y Miguel llevan unos seis años restaurando los arrecifes de la costa del Caribe mexicano, este programa de sistema de rescate de fragmentos es el primero en su tipo que llevan a cabo en Cozumel y en el que además de la Acropora palmata –dominante en la cresta arrecifal- están incluyendo otras especies de corales para efectuar la recuperación de sitios dañados.
“Cozumel tiene un hábitat y una dinámica con la comunidad local, distintos al resto del Caribe; aquí hay más guías de buceo y snorkel y prestadores de servicios, por lo que debimos repensar nuestros objetivos y la forma de trabajar con ellos”, indica Miguel, quien es biólogo, con una maestría en oceanografía biológica y pesquera.
Y es que, a pesar de la reglamentación existente para llevar a cabo actividades turísticas en el mar, siempre hay riesgos, tales como buzos inexpertos o problemas mecánicos en la embarcación que obligan a anclarse en zonas de colonias de coral, causándoles impactos negativos. Esta situación puede incidir en la fragmentación, de la cual Gabriela y Miguel están recuperando los pedazos desprendidos, para tratar de rehabilitar las zonas impactadas por los huracanes Emily y Wilma en 2005 y que no han podido recuperarse naturalmente.
Fragmentos de coral como los de esta imagen son los que resultan de arrecifes impactados. Foto: Oceanus, A.C.
¿Cómo se efectúa un proceso de restauración?
Cuando un arrecife es dañado por encallamientos, tormentas o huracanes, las colonias pueden resultar rotas, removidas o cubiertas de sedimento, situaciones que hacen decaer su salud.
Para recuperar esos sitios y restituir las poblaciones de corales clave, la opción que Oceanus, A.C. ha implementado es introducir la especie de coral Acropora palmata, comúnmente denominada coral cuerno de alce, llamada así por la forma que adquiere de un coral ramificado, parecida a los cuernos de un alce. Su crecimiento es rápido y teje un entramado en las zonas someras del arrecife conocidas como la Cresta Arrecifal. Esta zona es la parte menos profunda del arrecife, donde rompen las olas, por lo que el coral aquí ayuda a retener el impacto del oleaje. También forma parte de la barrera arrecifal, la cual ayuda a disminuir la energía de huracanes y brinda protección a la costa, evitando la erosión de las playas.
Otra de las razones por las que el coral Acropora palmata, es el más usado en restauración, es porque en los años 80´s experimentó una mortandad masiva en muchos de los arrecifes del Océano Atlántico, provocando una gran afectación a los arrecifes. Su población disminuyó entre un 80 y 90 por ciento.
Corales Acropora palmata. Foto: Oceanus, A.C.
Según explica Miguel, esta especie de coral se reproduce de dos formas: sexual (produce gametos que generan una larva, la cual al asentarse en el fondo marino permite el crecimiento de una nueva colonia de coral); y asexual, por fragmentación.
Cuando las colonias adultas tienen “brazos largos”, estos pueden romperse por efecto del oleaje, pero si los fragmentos logran fijarse en el sustrato dan origen a una nueva colonia. De esta manera se producen muchas colonias juntas que a su vez forman grandes parches de coral y el arrecife va creciendo.
“Nosotros lo que hacemos es recolectar esos fragmentos que caen de las colonias grandes de Acropora palmata y los hacemos más pequeños. Posteriormente, los colocamos en conectores (piezas de PVC que sirven para unir dos tubos del mismo material) y en viveros de PVC. En los viveros se estabilizan durante dos o tres meses y después los trasplantamos al arrecife como una nueva colonia de coral. La ventaja de este método es que de un fragmento grande podemos obtener entre cinco y diez fragmentos pequeños, aumentando el porcentaje de sobrevivencia y formando más colonias de coral”, dice Miguel.
Vivero de corales. Foto: Oceanus, A.C.
“La técnica la desarrollamos en Oceanus, A.C. y ha tenido un gran éxito en la zona costera del Golfo de México y del Caribe Mexicano. Este año se impartió un taller en Honduras y se está aplicando la técnica en los arrecifes de ese país”, comenta con felicidad Miguel.
Sin embargo, debido a que Miguel y Gabriela también apoyan el movimiento de usar menos material sintético, se encuentran investigando nuevos materiales a utilizar en los viveros y en los procesos de restauración de arrecifes.
¿Cuál es la mejor técnica de restauración?
“La que se hace”, responde Miguel con toda seguridad, y deja escapar una carcajada. “Sí –añade-, el método más efectivo para trasplantar es el que se hace de forma consciente y continua; si te la pasas analizando si lo harás o si funcionará, jamás lo llevarás a cabo”.
En Oceanus, A.C. se utilizan dos métodos. Uno consiste en bases de concreto que se fijan en el fondo marino y que tienen un conector para acoplar los conectores a las colonias crecidas en los viveros de PVC.
Coral Acropora palmata trasplantado en una base de concreto. Foto: Oceanus, A.C.
Otro radica en hacer perforaciones en el piso marino en donde colocan directamente las colonias de corales, pero es más complicado, porque se requieren taladros y otras sofisticadas herramientas.
“El secreto en cualquiera de los métodos es que las colonias de corales queden fijas en el sustrato marino, así les das más oportunidad de sobrevivir. Y como en muchas situaciones, hay que ver qué funciona y lo que sirve, replicarlo”, indica Miguel.
Biólogo realiza la revisión de un vivero de coral. Foto: Oceanus, A. C.
Las comunidades locales, aliadas en la recuperación de arrecifes
Gabriela y Miguel cuentan que en todos sus proyectos incluyen la capacitación de gente local para que los apoye y continúe con las actividades de restauración que emprenden, porque si los habitantes de la comunidad no toman conciencia de la riqueza que tienen en el arrecife, no habrá cambio.
La participación comunitaria en los sitios donde se efectúa la restauración de arrecifes es importante para que se tenga éxito en los proyectos. Foto: Oceanus, A.C.
En el caso de Cozumel, la meta es que, en un año máximo, los guías de buceo y snorkel se conviertan en colaboradores del proyecto; que ellos sean quienes recolecten los fragmentos de coral y los ubiquen en el sitio de viveros previamente definidos.
También se espera que los guías de turismo y los dueños de las tiendas de buceo participen activamente. El único requisito es que todos los interesados tienen que capacitarse, porque deben aprender a manejar los fragmentos de coral y obtener una certificación que los acredite para tal fin.
Los guías de buceo y snorkel son agentes importantes en la protección de los arrecifes de coral. Foto: Oceanus, A.C.
En ese proceso de motivación y capacitación, el mayor reto es conseguir el financiamiento para pagarles a las personas por su apoyo en la recolección de fragmentos.
“Las condiciones económicas en México y sobre todo en las comunidades costeras no son tan buenas, por lo que la gente no participa mucho tiempo de forma voluntaria. Necesitan trabajar para subsistir”, dice Miguel.
Un método que les ha funcionado a Miguel y a Gabriela para reclutar a los verdaderamente interesados, es adecuando la capacitación a su disponibilidad de tiempo; posteriormente, a quienes culminan el entrenamiento y obtienen su certificación, los contratan para que los ayuden en la restauración.
Por eso, se les explica sobre los servicios y beneficios, la economía que gira alrededor del arrecife. Cuando ellos comprenden las razones por las que ya no pescan en la misma cantidad ni en lugares utilizados con anterioridad, se tornan más anuentes a colaborar.
Integrar a los operadores de buceo en las actividades de restauración como lo es Alexscuba permite asegurar el éxito del proyecto. Foto: Oceanus, A.C.
Además, en Oceanus, A.C. tienen la meta de que la restauración del ecosistema se convierta en un producto vendible para el área turística y que ofrezca recursos monetarios a quienes están colaborando.
Por ejemplo, durante temporadas bajas, los prestadores de servicios turísticos pueden ofrecer paquetes que incluyan participar en la limpieza de un vivero de corales y visitar zonas restauradas. De esta manera, quizás se logre hacer más conciencia también en los turistas sobre la importancia de no contaminar y cuidar los arrecifes; y los lugareños verán beneficios más tangibles, a la vez que se obtendrán recursos para seguir conservando.
Educar y cimentar en la niñez una cultura ambiental es importante para que valoren los beneficios que les ofrece un arrecife saludable. Foto: Oceanus, A.C.
¿Cómo se miden los resultados?
La recuperación del arrecife se mide por el número de colonias trasplantadas, su porcentaje de sobrevivencia, el área repoblada, la densidad de peces -que debe incrementar-, así como el número de personas certificadas y de instituciones involucradas. Todos estos datos se comparan con el monitoreo hecho al inicio del proyecto, explica Miguel.
La tarea no es sencilla, pero sí muy gratificante cuando se ven los resultados. “Nosotros sembramos unas mil colonias hace cinco años y de estas, ya hay 600 que se reprodujeron y dieron paso a nuevas colonias. Es un trabajo de hormiga en el que todo suma, todo importa”, añade.
Finalmente Gabriela y Miguel comentan: “es más fácil conservar que restaurar”.
Integrantes de Oceanus junto a algunos amigos. Foto: Oceanus, A.C.
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